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Las calles deben arder

Desde Bilbao hasta Madrid, la ultraizquierda ha empezado a flexionar sus músculos en la calle. Las estrategias de intimidación y acoso al discrepante son evidentes.

Desde Bilbao hasta Madrid, la ultraizquierda ha empezado a flexionar sus músculos en la calle. Las estrategias de intimidación y acoso al discrepante son evidentes.
Belarra y Montero, protegidas por sus escoltas policiales, alentando las protestas en Madrid. | EFE

Cuesta ver la última intervención de la portavoz de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurúa, sin sentir arcadas. Aún así, hay que verla. Define con claridad la estrategia de la Izquierda a medio y larga plazo. Su voluntad es que ardan las calles en España.

Bajo la retórica enrabietada de la alerta antifascista, Aizpurúa dice básicamente dos cosas. Primero, que se debe impedir el acceso de los ultras a los Gobiernos (entiéndase que, para Bildu, un ultra es un defensor de la Constitución). Y, segundo, que la violencia callejera debe ser un monopolio de la Izquierda. El problema de Falange no es que exista; el problema es que se atreva a manifestarse en la calle un 12 de octubre en Vitoria. La ultraizquierda está en proceso de tomar las calles de toda España y no va a permitir que nadie más lo haga.

El sabotaje este verano de la Vuelta Ciclista a España ha supuesto un punto de inflexión en esta Legislatura. Desde Bilbao hasta Madrid, la ultraizquierda ha empezado a flexionar sus músculos en la calle. Las estrategias de intimidación y acoso al discrepante son evidentes. A falta de mayorías parlamentarias para aprobar, pongamos, unos Presupuestos, buenas son las algaradas televisadas que establezcan con meridiana claridad quién manda aquí.

Es evidente que el PSOE es cómplice de esta estrategia. No sólo alentó Pedro Sánchez el ejercicio de la violencia en la etapa final de la Vuelta en Madrid, sino que además la facilitó al entorpecer la acción de las unidades policiales destinadas a reprimirla.

La Izquierda está en fase de sacar a la política de las instituciones para llevarla a las calles. La política en las instituciones ya no les sirve; les es mucho más útil ejercerla en la calle, donde, como todos sabemos, derivará necesariamente en violencia.

La prueba de que la predisposición de Sánchez a asaltar las calles ha sido entendida en toda la ultraizquierda (y no sólo por Bildu) fueron las recientes declaraciones de Pablo Iglesias en las que animó al Gobierno a "reventar a la derecha", además de purgar a jueces y periodistas.

Iglesias, como Bildu, saben que el terreno está abonado para lanzar estas soflamas.

Iglesias, como Bildu, saben que Sánchez ha renunciado ya a gobernar. Lo único que le preocupa es definir el ambiente de unas próximas elecciones para movilizar a los suyos y coaccionar a los contrarios.

Iglesias, como Bildu, saben que las encuestas dan un próximo Gobierno de España a la derecha y que la forma más efectiva de impedirlo, para ellos, será en la calle.

Por todo ello, las calles deben arder.

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