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El cinismo infinito de JD Vance

Vance no vino a Europa a hablar de la decadencia moral europea; vino a ocultar la inmoralidad de sus acuerdos con Putin.

Vance no vino a Europa a hablar de la decadencia moral europea; vino a ocultar la inmoralidad de sus acuerdos con Putin.
Cordon Press

El problema del discurso del Vicepresidente de Estados Unidos JD Vance en Munich no es tanto lo que dijo sino por qué lo dijo y lo que evitó decir al decir lo que dijo. Me explico.

Lo que dijo, sobre el papel, puede ser cierto. Es verdad que las opiniones de todos deben ser escuchadas en una democracia (salvo muy contadas excepciones). Es verdad que la burocracia europea es asfixiante y sus injerencias en la vida de los ciudadanos son abusivas. Es verdad que la libertad de expresión se ha perseguido en Europa en nombre de la corrección política. Es verdad que la reciente anulación de las elecciones presidenciales en Rumanía fue irregular y ha sumido al país en una grave crisis política.Es verdad que la inmigración irregular causa problemas de convivencia.

El problema es lo que evitó decir por centrarse en estas cuestiones. Recordemos que la Conferencia de Múnich está dedicada a la seguridad. A cualquiera que haya vistolas imágenes del discurso le llamaría la atención el gran número de militares uniformados sentados entre el público. Aquí se venía a hablar de las amenazas de seguridad a las que se enfrenta Europa. Y, al trasladar Vance que la mayor amenaza para la seguridad europea no está en sus fronteras sino en el abandono por parte de las élites europeas de los valores que comparte con Estados Unidos, evitó tener que hablar de la verdadera amenaza: Rusia.

Por eso, el discurso de Vance es un ejercicio de inabarcable cinismo. El Vicepresidente denunció la anulación de las elecciones en Rumanía ignorando que Trump quiso anular las presidenciales de 2020 cuando los norteamericanos eligieron a Biden por 7 millones de votos de diferencia. Pero, sobre todo, Vance distrajo la atención de la amenaza rusa justo en el momento en el que su jefe, Trump, se aprestaba a acordar con Rusia el futuro de Ucrania sin Ucrania. Una negociación con Putin que derivó en que Trump afirmase a los pocos días que la principal responsabilidad de la invasión era de la nación invadida, de Ucrania.

El discurso de Vance desembocó en una pregunta con carga de profundidad: ¿de qué sirve aumentar los presupuestos de Defensa si no se sabe lo que se defiende? La acusación básica de Vance es que los europeos no tienen claros sus valores democráticos básicos. No saben qué defienden. Están perdidos en una bruma moral. Estados Unidos, por el contrario, vive un momento de resurgir moral de la mano de Trump. Es decir, la indignidad moral de acordar con Putin el futuro de Ucrania sin el consentimiento de Ucrania se ocultó bajo un argumento de superioridad moral de Estados Unidos sobre Europa.

La mejor forma de aflorar el cinismo del discurso de Vance es haciéndose la siguiente pregunta: ¿hubiese Vance hecho un discurso similar en Rusia o China? ¿Se habría atrevido a denunciar su relativismo moral y debilidad democrática pese a ser estos países objetivamente menos democráticos que los europeos? Parece improbable. Y lo es porque Vance no vino a Europa a hablar de la decadencia moral europea; vino a ocultar la inmoralidad de sus acuerdos con Putin.

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