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Pedro Sánchez es un metamorfo

Pedro Sánchez, metamorfo, ya no es sino un simulacro de presidente, lo mismo que ha transformado al PSOE en su simulacro de partido y está transformando a España en un simulacro de nación.

Pedro Sánchez, metamorfo, ya no es sino un simulacro de presidente, lo mismo que ha transformado al PSOE en su simulacro de partido y está transformando a España en un simulacro de nación.
MADRID, 29/10/2025.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez abandona la sesión de control al Gobierno celebrada este miércoles en el Congreso. EFE/Javier Lizón | EFE

En los relatos de fantasía, ciencia ficción y mitología se encuentran personajes que tienen la habilidad de alterar su apariencia física o identidad. En el contexto literario en español, la palabra shapeshifter se traduce principalmente como cambiaformas o metamorfo. Zeus, que se transformaba en toro, cisne o lluvia dorada para engañar a las mujeres y semidiosas a las que pretendía seducir y poseer. También hay metamorfos en la serie Fringe: estos "cambiaformas", robots con partes orgánicas, pueden adoptar la apariencia física de cualquier persona, siendo los antagonistas ligados a un universo alterno que pretende destruir el nuestro.

Pedro Sánchez se cree Zeus, y sus adoradores lo veneran como tal; pero tiene más que ver con los cambiaformas de Fringe: alguien perteneciente a un universo paralelo donde no rigen las reglas habituales de nuestro mundo sobre la preeminencia de la verdad sobre la mentira, de la decencia sobre la infamia, del bien común sobre los intereses espurios. Pretender criticarlo recriminándole que no diga la verdad, tenga un comportamiento digno o simplemente cumpla los requisitos más básicos de la cortesía es como pedirle a una hiena que se convierta en vegetariana, sonría con amabilidad y dé los buenos días a las gacelas.

Su última transformación física ha sido sutil pero decisiva en esta época del simulacro en la que vivimos, donde cada vez resulta más difícil —inteligencia artificial mediante— distinguir entre las imágenes verdaderas y las simulaciones. Escondido tras unas gafas, Pedro Sánchez supo captar la atención de unos medios seducidos por los simulacros y la retórica visual que se sobrepone a la realidad y a la política auténtica. Del mismo modo que la actriz Sydney Sweeney supo atraer todos los focos sobre el vestido transparente que mostraba sin pudor y desparpajo lo que Carlos Mejía Godoy y su grupo Los de Palacagüina llamaban "cántaros de miel", así Pedro Sánchez fue hábil haciendo que las cámaras se fijasen más en sus estrambóticas gafas vintage que en la nulidad indecente de su declaración, donde chapoteó entre saunas, sobres en efectivo y desplantes de mediocre jugador de baloncesto que sustituye con artimañas sus carencias deportivas.

El filósofo Jean Baudrillard se refiere con "simulacro" a una copia que no tiene un original en la realidad, sino que genera su propia realidad, un estado al que llama hiperrealidad. En su obra, el simulacro evoluciona desde una falsificación de la realidad hasta un punto en que se libera por completo de cualquier referencia a un referente original, creando un nuevo mundo dominado por la simulación. Pedro Sánchez ha alcanzado ese nivel, donde ha creado su propia realidad en la que viven sus adeptos y en la que resulta imposible alcanzarlo mediante evidencias, indicios y pruebas.

La única verdad que dijo Sánchez en su comparecencia en el Senado es que este se había convertido en un circo. Lo que no dijo es que él era el director de pista y el payaso, el domador y su hiena. En la última fase del simulacro, explicaba Baudrillard, ingresamos en la fase de la hiperrealidad, que no significa que haya mucha realidad, sino su contrario: la realidad ha sido sustituida completamente por su simulacro gracias a esos medios de adoctrinamiento, propaganda y entretenimiento al servicio del simulacro que son RTVE, el CIS y el TC.

Pedro Sánchez, metamorfo, ya no es sino un simulacro de presidente, lo mismo que ha transformado al PSOE en su simulacro de partido y está transformando a España en un simulacro de nación: una hiperEspaña que no implica que haya mucha España, sino que su realidad como nación, como cultura y como historia se está convirtiendo en su simulación esperpéntica. La transformación todavía no se ha realizado del todo. Madrid aguanta como aldea irreductible, pero ya queda menos. Parafraseando a Baudrillard, Pedro Sánchez es el simulacro que oculta la ausencia de verdad; de ahí que la oposición dispare con datos fácticos y hechos morales contra un fantasma y una sombra. No es que Sánchez levante cortinas de humo, sino que, como metamorfo, se ha transformado él mismo en una cortina de humo.

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