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España 2050: una heredocracia distópica

Cualquier niño que nazca hoy en España – y cuyos dos padres no procedan de la inmigración – heredará 2,64 viviendas en promedio.

Cualquier niño que nazca hoy en España – y cuyos dos padres no procedan de la inmigración – heredará 2,64 viviendas en promedio.

Como tener que escribir a diario un folio diciendo algo medianamente original es muy difícil, los columnistas de prensa siempre andamos tentados de recurrir a la argucia de predecir futuros terroríficos, cuando no directamente apocalípticos, para tratar de salvar con una faena de aliño la columna de la jornada si la imaginación no nos da más de sí. Y de ahí que el género de la política-ficción distópica posea tanto predicamento en los periódicos. Sin embargo, lo que ya podemos entrever, y con relativa certeza, de cómo será la España dentro de un par de décadas resulta más mediocre que dramático.

Y no resulta difícil anticiparlo. Basta para ello con apenas cruzar dos datos estadísticos del presente. Dato número uno: según el INE, la nómina más frecuente ahora mismo en España prácticamente coincide con el importe del salario mínimo legal que establece la legislación. Eso significa que la mayoría de los asalariados del país, al margen del volumen de su patrimonio personal, ya son pobres en términos de renta. Dato número dos: también según el INE, las mujeres españolas descendientes de linajes autóctonos presentan hoy una tasa de fertilidad de 1,12. Eso significa que cada vez estamos más lejos de alcanzar la tasa de mera reposición, lo que implicaría que fuese de 2,1.

Y también significa que la inmensa mayoría de ellas, un 68% del total, alumbrará uno o ningún hijo a lo largo de su vida. Algo que nos aboca a un país de rentistas inmobiliarios en el que una parte significativa de la población vivirá sin trabajar. Y es que cualquier niño que nazca hoy en España – y cuyos dos padres no procedan de la inmigración – heredará 2,64 viviendas en promedio. Pero es que el 17% de ellos van a ser propietarios, vía Ley de Sucesiones, no de dos y pico sino de cuatro o más viviendas, una para residir y el resto para alquilarlas a turistas o inmigrantes (las cifras proceden de un estudio elaborado por el economista Josean Paunero). ¿Para qué, pues, estudiar? Sí, volverán los hidalgos ociosos.

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