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El futuro de España

El lugar del poder debe estar vacío y el gobernante solo debe ejercer la autoridad política, reiteremos el concepto, solo como un simple gobernante.

El lugar del poder es el vacío o España desaparece. También se podría decir que el poder está en vilo o la nación política desaparece. He ahí mi tesis fundamental para predecir que o gana VOX las elecciones o España desaparecerá definitivamente como nación. Me explico. Sánchez y toda la izquierda, incluida la separatista y la terrorista, siguen en el poder a pesar de mil pesares, entre los que cabe citar los siguientes: primero, el PSOE perdió las elecciones de 2024 y conformó una coalición gubernamental sin apenas legitimidad democrática; en segundo lugar, está fracturada la coalición parlamentaria que mantiene a Sánchez en la presidencia del gobierno, o sea, se mantiene a base de prebendas y regalías de carácter económico e ideológico a unos "socios" cuyo único objetivo es la destrucción de la nación española; tercero, no ha aprobado la Ley de Presupuestos generales del Estado, condición imprescindible para tomar en serio la gobernabilidad de un país; cuarto, los principales colaboradores de Sánchez están procesados, uno está en libertad condicional y los otros están a punto de entrar en la cárcel; quinto, familiares directos de Sánchez están procesados y pendientes de ir a juicio, como es caso de su hermano, o esperando la finalización de la instrucción del juez para saber si va o no a juicio su esposa; sexto, varios son los casos de corrupción económica, investigados por la justicia, que pudieran afectar directamente al PSOE, dicho en otras palabras, ¿cómo no esperar que el día menos pensado salga información relevante, incluida cantidades exactas, para que pudiese juzgarse a ese partido por financiación irregular?; octavo, el Tribunal Supremo ya ha publicado el fallo que condena por un gravísimo delito a su (sic) Fiscal General del Estado; noveno, el mundo entero sabe que el gobierno de Sánchez se comportó en la gestión de la terrible riada de Valencia de modo indolente por no decir algo mucho peor; y, décimo, aprobó una Ley de Amnistía que los sabios más grandes del derecho en España han demostrado que es una Ley de Auto-amnistía hecha por los propios delincuentes.

Basten estos diez asuntos, entre los otros mil que podría añadir usted, amable lector, para plantearse ¿por qué han sido insuficientes para hacer caer este Gobierno?, ¿qué gracia especial tiene Sánchez para mantenerse aferrado a la poltrona de La Moncloa?, ¿quién o quiénes protegen este desvarío permanente de un gobierno que solo tiene por objetivo apropiarse el poder solo y exclusivamente para su "empresa" política? Mil respuestas hallaremos a estos interrogantes, pero hay una ineludible: el sistema político, o mejor, el sagrado respeto al procedimiento de la renovación periódica de quienes ejercen la autoridad política no solo protege a Sánchez y sus huestes, sino que los convierten en armas mortíferas contra quienes piden su dimisión, toda vez que la decisión de que haya o no elecciones depende solo de él y su entorno. Todos nos creemos esta ficción: hay que esperar aún dos años para que convoque elecciones y quizá entregue el poder. Falso y mil veces falso. No se trata de entregar el poder sino de dejarlo en vilo o vacío, como requiere toda democracia genuina, o sea liberal. El poder no se tiene y la autoridad se ejerce. ¿Para qué está la Oposición?, ¿qué hace la Oposición para desalojar del gobierno a Sánchez?, ¿por qué tenemos que suponer que habrá elecciones libres convocadas por un presidente incapaz de controlarse en el ejercicio del poder, regar de dinero público a asesores, periodistas y medios de comunicación venales?, ¿cómo puede confiar alguien en un sistema político donde el presidente del Gobierno apela al "pueblo soberano" ("soberanía popular"), frente a la representación política y la división de poderes de una democracia, sencillamente porque una sentencia judicial no le gusta?…

Todos esos interrogantes muestran algo obvio: el régimen político español está en almoneda. Se necesitaría una Segunda, Tercera o enésima Transición para que hubiera una Oposición que recogiese el principal cambio político de España, a saber, los gobernantes no pueden apropiarse del poder, está prohibido que lo incorporen a su "patrimonio". Este es el cambio clave descubierto por la sociedad civil española en la última década. Esa intuición solo ha sido captada solo por un partido político: VOX. Quizá sea esa la pieza central que conduzca a VOX no solo a superar en votos y escaños al PP y al PSOE sino a presidir el gobierno de la nación. El lugar del poder debe estar vacío y el gobernante solo debe ejercer la autoridad política, reiteremos el concepto, solo como un simple gobernante.

Sí, sí, la Oposición del PP, por desgracia, ha jugado mal, muy mal, todas sus cartas, porque lejos de recoger ese sentir nacional (sic) ha creído y sigue creyendo que gobernar es, como hace el PSOE, detentar el poder con mayorías o con falsas minorías. La situación de deterioro institucional, social y económico de España es de tal envergadura que, hoy por hoy, no puede pasar de ser una ilusión, o peor, un relato "populista" (faramalla retórica) creer que el número, sí, los resultados de unas hipotéticas elecciones, sustituirá a la sustancia, España. Falso. Lo que está en juego es la nación española. Y la inmensa mayoría de los españoles saben bien, lo demuestran las encuestas, que esto pasa por poner en La Moncloa un gobierno de VOX.

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