
El expresidente del Gobierno presentó ayer su último libro y ofreció su punto de vista sobre la crisis política que atraviesa España. Una de las conclusiones de Aznar es que Vox está "fuera del sistema" porque "Tiene un interés, que es el de derruir al PP, sustituir al PP, y tiene otro interés, que es el de cambiar el sistema". Tras convertir al partido conservador en una formación subversiva, Aznar extrajo la consecuencia natural de que, en realidad, el único partido constitucional es el suyo y enfrente están todos los demás, compitiendo en su actitud sediciosa. A continuación, se pronunció en contra de levantar muros que dividan a los españoles, una aclaración pertinente para que nadie lo compare con Sánchez, que en su discurso de investidura anunció la creación de una muralla para aislar a la media España que no soporta todo lo que él y sus socios representan.
Vox quiere superar al PP y acabar con el Estado autonómico, dos objetivos discutibles, contraproducentes, tal vez, pero legítimos. Los populares, por su parte, quieren acabar con Vox, fortalecer las autonomías, imponer la Agenda 2030 y luchar contra el cambio climático, unos ideales igual de respetables, aunque no parece que estén teniendo mucho éxito entre los votantes del PP, de ahí que se estén pasando progresivamente a las filas del partido de Abascal. Todos ellos saben bien que se puede criticar al Partido Popular, censurar su unidad de acción con las fuerzas de izquierda en asuntos que interpelan profundamente la visión del votante liberal-conservador o rechazar la manera en que se han repartido las instituciones del Estado sin convertirte por ello en un perroflauta duchado.
Las elecciones de Extremadura darán la medida de por dónde se está moviendo el electorado tradicional del PP y hasta qué punto la fuerza emergente de Vox puede poner en riesgo la hegemonía popular en el centro-derecha. A estas alturas del sanchismo, el PP "verdadero" estaría arrasando en todas las encuestas y la salida ignominiosa de Sánchez sería cuestión de días. Ahora, en cambio, no está nada claro que puedan gobernar, ni siquiera en las autonomías, sin los de Abascal.
Pueden acusar a Vox de antisistema y de practicar una pinza política con el PSOE, curiosamente lo mismo que hacían Aznar y Anguita con Felipe González según decían los socialistas en las postrimerías del felipismo. Pero, pinza o no pinza, lo cierto es que con José María Aznar no surgió ningún partido como Vox, en última instancia una escisión del Partido Popular, porque los partidarios de la agenda que defienden los de Abascal se consideraban representados en las filas del PP.
Lo que debería preguntarse Aznar es por qué eso ya no es así y, más concretamente, qué hizo Rajoy para poner en marcha ese trasvase de votos a un partido que, hasta ese momento, era un reservorio diminuto de exotismo político destinado a la desaparición.
