La entrada en prisión de José Luis Ábalos y Koldo García, dos de las personas más cercanas a Pedro Sánchez desde que preparó su asalto al poder, ha puesto contra las cuerdas al Gobierno en una semana nefasta para los intereses del sanchismo. El exministro de Transportes y su asesor, acusados de graves delitos de corrupción, ingresaron en la cárcel un día después de que el Ejecutivo recibiera un sonoro mazazo parlamentario con el rechazo del techo de gasto en el Congreso de los Diputados, requisito previo para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, lo que ha supuesto la peor derrota, hasta el momento, del Gobierno más precario de nuestra historia democrática.
El encarcelamiento del número dos de Sánchez en el PSOE, el segundo que acaba en prisión por el mismo motivo, ha llenado de estupor e indignación a la sociedad española. No porque resultara una sorpresa, vista la contundencia de los indicios que acreditan las investigaciones en marcha, sino por la negativa a asumir cualquier tipo de responsabilidad de un aventurero de la política, que llegó al poder denunciando la corrupción ajena y prometiendo llevar a cabo una completa regeneración democrática.
Acertó el PP al convocar un acto de protesta este pasado domingo en Madrid para canalizar el rechazo ciudadano al vertedero hediondo en que Sánchez ha convertido la política española. No cabe duda de que la decisión de llamar a los ciudadanos a manifestarse con solo tres días de antelación suponía un riesgo, al que hay que añadir los rigores del tiempo en esta época en la capital de España. A pesar de todos los condicionantes en contra, lo cierto es que el llamamiento del presidente del Partido Popular fue correspondido con la presencia de decenas de miles de ciudadanos anónimos, lo que convirtió el acto en un éxito incuestionable que hay que anotar en el haber personal de Alberto Núñez Feijóo.
Bajo el eslogan "Efectivamente, ¿Mafia o democracia?", el presidente popular se dirigió a la multitud rodeado de sus principales barones y de los expresidentes Aznar y Rajoy, asegurando que "el sanchismo está en la cárcel y tiene que salir del gobierno". Feijóo interpeló también al resto de fuerzas políticas por su complicidad con un Gobierno acorralado por la corrupción y prometió cinco medidas si llega a La Moncloa: crear una auditoría de todo; barrer todo atisbo de sanchismo; bajar los impuestos; desbloquear todo lo aprobado en Cortes que Gobierno ha boicoteado y defender la democracia.
Sánchez ha emprendido una huida hacia delante para evitar su salida del poder, aunque eso suponga degradar nuestro régimen de libertades hasta extremos insoportables. Como acertadamente señaló Isabel Díaz Ayuso en su intervención, "España vive su momento más crítico en democracia". Por eso, el aislamiento parlamentario del sanchismo y la creciente presión ciudadana, con éxitos de convocatoria como el de este pasado domingo en Madrid, van en la dirección correcta para salir de una situación que ya solo puede resolverse con la convocatoria inmediata de elecciones generales.

