El PP ha ganado las elecciones en Extremadura y lo ha hecho con cerca de 18 puntos de ventaja respecto al PSOE, logrando por segunda vez en su historia ser el partido más votado en la región.
Sin embargo, el resultado no puede venderse como un éxito: convocar las elecciones porque no se pueden aprobar los presupuestos y no lograr crecer más que en un diputado y en cuatro puntos porcentuales –pero perdiendo cerca de 10.000 votos– no es un éxito, se mide como se mire. En mitad del desplome del PSOE, la primera lectura obvia es que los populares no han logrado un trasvase significativo de voto socialista y, por el contrario, han dejado un flanco abierto del que se ha nutrido Vox.
Está claro que la campaña peculiar que ha planteado María Guardiola ha sido un error: la ausencia de líderes nacionales y también detalles –o algo más que detalles– como no acudir a los debates electorales son equivocaciones que deben ponerse en el debe de la candidata popular y, sobre todo, de las que debe aprender el partido en toda España: por mucho que algunos analistas genoveses –y parece ser que emeritenses– se empeñen, los éxitos electorales del futuro no llegarán con un mensaje melifluo que pueda llegar a confundirse con el de la izquierda, sino de hablar claro y confrontar con esa izquierda que está más desnortada que nunca.
El PP logra, eso sí, superar en escaños a la suma de toda la izquierda: ahora no depende del voto favorable de Vox, pero sigue necesitando su abstención. En cualquier caso, María Guardiola tiene que gestionar una situación que desde luego no será fácil.
El PSOE, en la UCI
Pero si se puede sacar una conclusión de la noche electoral extremeña es que el PSOE está, por fin, en la UCI. Es cierto que el candidato imputado Gallardo no era la mejor propuesta que se podía hacer a los votantes, incluso para los socialistas que tienen un electorado extremadamente sectario y unos medios capaces de tragar con lo que sea.
Sin embargo, también lo es que Extremadura era, hasta este domingo, uno de los bastiones del PSOE, que había ganado en 10 de las 11 elecciones celebradas en la historia, en no pocas ocasiones con diferencias de más de veinte puntos. De hecho, hace sólo seis años Guillermo Fernández Vara logró una victoria sideral, con 19 puntos de diferencia respecto al PP. Ahora, la diferencia es de 17 puntos, pero a favor de los populares.
Es una catástrofe absoluta y no es un problema sólo de Gallardo, ni mucho menos, para empezar porque Pedro Sánchez ha estado muy presente en la campaña, pero sobre todo porque el candidato socialista era el mejor representante, vía hermanísimo, de la corrupción del presidente del Gobierno. Los extremeños, en definitiva, han abofeteado al corrupto Sánchez en la cara del corrupto Gallardo y han dejado al PSOE en donde debería estar desde hace años: al borde del colapso.
¿Qué significa la abstención?
En estas elecciones han votado cerca de 100.000 extremeños menos de los que lo hicieron en 2023. Hay varios elementos que lo explican y uno de ellos, quizá el más importante, es la fecha elegida, muy cerca de la Navidad, lo que sería un nuevo error que achacar a la candidata popular.
Aun así, parece que la mayor parte de esa abstención se debe a que los socialistas se han quedado en casa en lugar de apoyar a Gallardo, y también en lugar de pasarse al PP como esperaban los estrategas de Guardiola. Como decimos, una lección para todo el PP.
Un éxito de Vox
Vox, por su parte, ha conseguido un resultado más que notable, por encima incluso de lo esperado: dobla el que tuvo hace sólo dos años tanto en porcentaje de voto como en escaños. El mensaje de los de Abascal está calando en una parte cada vez mayor del electorado y lo hace, pese a los muchos defectos que tiene el partido en este momento, porque atesora una gran virtud: están poniendo encima de la mesa cuestiones que de verdad preocupan a los españoles, aunque para otros son tabú pero en las que los votantes ven cada día como su vida real no tiene nada que ver con los discursos de la mayoría de los políticos.
Hay que señalar también que es un vuelco histórico y se está viendo no solo en Extremadura, sino en toda España: la suma de PP y Vox supera el 60% del voto, una verdadera barbaridad en una comunidad autónoma en la que era la izquierda la que llegaba al 60% en sus mejores elecciones.
Y un mensaje muy claro que deben entender tanto los de Feijóo como los de Abascal: el mayor cuerpo electoral de su historia le está diciendo a los dos partidos de la derecha que tienen que entenderse para apartar del poder a esta izquierda extremista, corrupta e inmoral, que es capaz de aliarse con quien sea y poner la nación en almoneda con tal de mantenerse en el poder.
Adiós Yolanda Díaz
Por último, también es muy interesante lo que ha ocurrido con Unidas por Extremadura, la coalición regional que han formado Podemos e Izquierda Unida, excluyendo a Sumar, ha logrado también un muy buen resultado: pasan del 6% al 10% del voto y de 4 a 7 en escaños.
Y lo han hecho confrontando directamente con el PSOE, hablando de la corrupción de Pedro Sánchez y presentándose como un voto alternativo y no como una muleta de los socialistas que es lo que viene haciendo Sumar desde su fundación.
Es una lección que la extrema izquierda del PSOE es probable que aprenda y, sobre todo, que deja otro cadáver político sobre la mesa, que no es Gallardo sino una Yolanda Díaz que no solo se está estrellando, sino que acaba de ver que sus rivales han encontrado un mensaje y una fórmula en la que ella no puede estar… y a la que no van a invitar.

