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Pablo Planas

El "Sheriff de Badalona" y 400 desalojados del tirón

La gesticulación de Albiol puede resultar chocante y sus palabras, muy duras, pero este alcalde del PP forma parte de la solución, no del problema.

Los Mossos d,Esquadra desalojan el antiguo instituto B9 de Badalona (Barcelona), en donde residen decenas de personas, la mayoría de origen inmigrante. | EFE

El alcalde de Badalona, el popular Xavier García Albiol, se ha apuntado el tanto de desalojar un instituto en ruinas en el que malvivían cuatrocientos inmigrantes, en su mayoría de procedencia subsahariana. Las "fuerzas vivas" de Cataluña han puesto el grito en el cielo. El presidente de la Generalidad, Salvador Illa, ha mostrado un notable disgusto, aunque mandó a los Mossos a ejecutar la orden judicial. Una auténtica rareza. Mossos cumpliendo órdenes de jueces. El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha propuesto una "mesa de emergencia". Y la exalcaldesa Ada Colau ha puesto el grito en el cielo porque según ella no hay muestra de mayor perversión que desalojar gente en plena Navidad. Que diga eso Ada Colau tiene su aquel, pues fue bajo su mandato cuando se creó la historia del "Señor Invierno", protagonista de unas fiestas laicas que tenían como propósito sustituir la Navidad.

La cuestión es que García Albiol ha sido presentado como un ser abyecto, un vil político sin humanidad que se ha cargado el espíritu de la Navidad. Y cuando estaba a punto de triunfar esa versión de la historia extendida sin disimulo por la mayoría de los medios, un grupo de vecinos salió a la calle para oponerse a que una decena de los desalojados del instituto fueran acogidos en una parroquia. Es decir, que cuando se disiparon los políticos y activistas que expresaron su tremenda solidaridad con las "víctimas" de García Albiol aparecieron los badaloneses que estaban hartos de las actividades delictivas y de las peculiares costumbres de algunos de sus irregulares vecinos.

Los cuatrocientos expulsados del instituto en ruinas se han dispersado por la ciudad. Algunos han tomado un albergue municipal que García Albiol mandó cerrar porque este político del PP es de la escuela Milei. La tesis de la izquierda y de los nacionalistas es que el desalojo acabará pasando factura política a García Albiol, pero la responsabilidad última de la suerte de estos inmigrantes es de la Generalidad. Sin embargo, Illa no ha movido ficha. Tampoco Omella y eso que la Iglesia es el segundo propietario inmobiliario de Cataluña, solo superado por el propio Estado y la Diputación de Barcelona. En cuanto a Ada Colau, no consta ni que haya llamado a su gran amigo Óscar Camps, el fundador y director de "Open Arms", organización dedicada a socorrer a inmigrantes en las aguas del Mediterráneo, un "santo" para la izquierda y un auténtico "negrero" para la derecha sin cuya complicidad sería imposible la llegada a Europa de cientos de miles de irregulares.

Puede que algunos de quienes han sido desalojados en Badalona fueran en su día rescatados por un barco de "Open Arms", trasladados a España y abandonados a su suerte en las calles de este país para vivir de las sobras. Un sueño, vivir de la basura en vez de en la basura. El drama aparece cuando no hay sobras ni trabajo, cuando el recién llegado es competencia en el acceso a los servicios sociales o no tiene más oficio o remedio que robar. La gesticulación de García Albiol puede resultar chocante y sus palabras, muy duras, pero este alcalde del PP forma parte de la solución, no del problema. Es lo contrario al efecto llamada. Le apodan el "Sheriff de Badalona" y los vecinos que pagan impuestos le adoran. Es más famoso incluso que Sílvia Orriols. Como nadie es perfecto, su penúltima ocurrencia fue sumar Badalona al "Pacte Nacional per la Llengua" quien sabe si guiado por el espíritu del "bilingüismo cordial" que defiende Feijóo.

Sea como fuere, el efecto llamada queda perfectamente ilustrado con el caso de los padres magrebíes que viajan a España como turistas para "soltar" a sus hijos en los aledaños de comisarías y otras instalaciones públicas a fin de que sean tutelados por la administración. Todo pagado y la posibilidad de traerse a la familia en cuanto cumplen la mayoría de edad. Un negocio redondo detectado por la Policía Nacional en Cataluña. Otra grieta de un Estado del bienestar fallido.

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