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Agapito Maestre

El ardid de Cs

Hay ilusión por una regeneración democrática, sin embargo, Cs se empeña en negar lo evidente.

Hay ilusión por una regeneración democrática, sin embargo, Cs se empeña en negar lo evidente.
EFE

Quizá sea verdad que la historia no es más que una insensata mezcla de error y violencia. Quizá existan mil motivos y razones para quejarnos de que todos los asuntos humanos carecen de significación. Quizá todo en la vida de los hombres tenga únicamente un "melancólico carácter accidental". ¡Quién sabe! Lo cierto es que algo de todo eso se ha podido visualizar en el Parlamento regional de Andalucía. La Asamblea andaluza ha acogido estos días, según el lenguaje periodístico, unas sesiones históricas, porque por primera vez, después de casi cuarenta años, un Gobierno socialista será reemplazado por una coalición de PP y Cs. Históricas son estas jornadas, ciertamente, porque sin alternancia política, sin que una comunidad se haya enfrentado a la posibilidad comparar otras formas de gobierno, no es posible hablar de genuina democracia.

Pero también serán históricas, por decirlo suavemente, porque han puesto de manifiesto que, sin el ardid de la razón, quizá sin la astucia de una sencilla regla aritmética, para conformar mayorías gubernamentales, carece de sentido la historia de este cambio de Gobierno. Gracias a una sencilla suma de votos de PP, Cs y VOX podrá conformarse un Gobierno, una alternativa a toda una era socialista, que ha negado la principal regla de la democracia: la separación entre el poder, el conocimiento y el derecho. Gracias a esa sencilla regla quizá se consiga regenerar el tejido político podrido de las instituciones andaluzas. Gracias al nuevo Gobierno quizá pueda ponerse coto a la politización integral de la existencia, o sea, se podrá perseguir a quien trata de ocupar impunemente la calle, las instituciones y los ámbitos privados. Hay ilusión por una regeneración democrática, sin embargo, Cs se empeña en negar lo evidente. Sí, la intervención del señor Marín, desmarcándose por completo de los votos que darán a su formación la posibilidad de entrar en el Gobierno de Moreno Bonilla, pone de manifiesto su locura. Su oportunismo. Nada quiere saber este partido de los compromisos del PP con VOX, que, reitero, dan la posibilidad a Cs de estar en el gobierno… En realidad, ese truco, celada o marrullería parlamentaria será el principal peligro que tendrá que resolver el nuevo mesogobierno regional.

Bastaría escuchar otra vez el discurso del señor Marín para constatar que la estabilidad del nuevo Gobierno sólo dependerá de Cs. Ellos quieren estar en el Gobierno y en la oposición, en misa y repicando las campanas, en fin, el peligro más grave al que tendrá que enfrentarse el Gobierno de Moreno Bonilla no será la movilización permanente del totalitario PSOE de Andalucía, que alcanzó su mayor bajeza el día del discurso del candidato, ni las embestidas callejeras de los niños bien de Podemos, ayudados por la prensa, ni las reticencias de los cientos de funcionarios puestos por los socialistas en lugares clave de la Administración… Creo que la principal amenaza que tendrá que solventar el PP proviene de su primer aliado, Cs, a tenor de lo dicho, o mejor, de lo no dicho por Marín sobre VOX.

No seré yo, en un día de ilusión, quien enjuicie la estrategia de Cs, pero el tono de su líder andaluz me recordó que, como dijera Hegel, son las pasiones, los fines personales y la satisfacción de los deseos egoístas los resortes más eficaces de la acción política… ¡Podría ser! Hay, sin embargo, algo indudable en las elecciones del 2 de diciembre, a saber, siempre hay una anécdota que puede contarse que le da significación y relevancia a la historia: VOX, la irrupción de VOX, en Andalucía ha hecho historia.

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