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Agapito Maestre

Inundación populista

Cuando los sistemas políticos entran en crisis profundas, aparecen los populismos por todas partes. Tratan de salvar lo insalvable.

Cuando los sistemas políticos entran en crisis profundas, aparecen los populismos por todas partes. Tratan de salvar lo insalvable. El problema en España es que quienes han llevado a la ruina el sistema también se apuntan al carro del oportunismo populista. Las soluciones simples para problemas complejos definen a todos los populismos. El denominador común de los llamados populismos en España consiste en decir la mayor simpleza, a veces una trivialidad que confunde la causa de un problema con su efecto, como si se estuviera descubriendo la pólvora. Muestra extrema de este comportamiento populachero y degradante del político es el que nos ofrece, un día sí y otro también, el presidente del Gobierno de España, el señor Rajoy, cuando le pide a la oposición que se comporte como si estuviera en el Gobierno. Es menester que la oposición colabore con el Gobierno, dice Rajoy, porque el PP no ha alcanzado la mayoría absoluta. De risa, sí, pero real, porque Rajoy no deja de culpar a la oposición de que él no sepa gobernar en la actual situación.

La complejidad de gobernar sin tener mayoría absoluta se resuelve fácilmente, según el señor Rajoy, pidiéndole a la oposición "responsabilidad", "colaboración" y "buen rollito" para que el Gobierno haga su trabajo. ¿Es difícil caer en mayor populismo, simpleza y perversidad que la practicada por el señor Rajoy? Pues, en mi opinión, no; creo que hay algo peor que esa ridiculez de pedir ayuda a la oposición. Degradar esa demanda o solicitud de "solidaridad" a una simple amenaza es aún más populista y chabacano. Esta forma ruin de populismo es practicada por Rajoy con descaro, cuando amenaza a la oposición con convocar elecciones anticipadas. El colmo. Rajoy se comporta como un gobernante patán incapaz de ejercer el gobierno si no es con mayoría absoluta. La amenaza populista de convocar elecciones, naturalmente, va acompañada de amplias campañas de agitación en los medios de comunicación que controla el Gobierno, o sea, casi todos, sobre la subida espectacular que le dan todos los sondeos de opinión que, por supuesto, también controla el Gobierno.

Ahí está, en efecto, sintetizado el populismo del mal Gobierno de España. ¿Cuál es la respuesta de la oposición a ese tipo de amenaza? Silencio y más populismo. Terrible. Rajoy amenaza con elecciones y los partidos de la oposición se callan o responden con timidez, como hizo ayer en el Congreso el portavoz del grupo parlamentario socialista. Son incapaces de salir a criticar al Gobierno o, sencillamente, invitarlo a que las convoque ya para resolver el problema de ingobernabilidad de un Ejecutivo que es incapaz de hacer nada porque no tiene mayoría absoluta. Y, además, se niega a aplicar la ley en Cataluña, incluso permitiendo que tres condenados por la justicia participen en una reunión del mesogobierno de Cataluña. El populismo rastrero lo inunda todo. Por cierto, si quieren hallar una muestra extrema de oportunismo populista de la oposición española, no tienen nada más que comprobar cómo votaron por la liberalización de la estiba en los puertos españoles. El oportunismo político que demostraron todos los grupos parlamentarios negándose a aprobar el decreto de liberalización de la estiba pasará a la historia. Quien no haya sentido vergüenza ante ese acontecimiento, nunca sabrá que es vivir con dignidad en el sistemas democrático.

Estamos, sí, rodeados de populistas, de malos políticos, que creen en simplezas para resolver el principal problema de España: el sistema está agotado y no se ve por dónde puede regenerarse.

En España

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