¿No se supone que una madre se sacrifica por sus hijos, o que al menos los protege? ¿Qué puede explicar tamaña perversión del instinto maternal o del instinto vital en sí mismo?
"Tissie" Said no es la primera madre participante en un crimen de honor en suelo americano. En 1989, en San Luis, Missouri, María Isa, brasileña de nacimiento, sujetaba a su hija "Tina" Isa durante 20 minutos mientras su padre, Zein Isa, un palestino terrorista de Abú Nidal, la apuñalada con saña una y otra vez hasta matarla. El hecho fue grabado por las autoridades federales, que en aquellos momentos estaban vigilando al grupo de Abú Nidal. El jurado pudo escuchar los sobrecogedores gritos de la niña y declaró culpables a ambos padres. Como era de esperar, Zein Isa compartía la misma mentalidad que Islam Said, el hermano de las niñas asesinadas en Dallas. Decía que "había apuñalado a su hija en defensa propia, que ella le había avergonzado tanto que tenía que cometer el crimen para restaurar su honor".
"Tina" se había esforzado mucho por complacer a sus padres. Estaba al límite, era tratada "como basura", crónicamente apaleada y objeto de constantes abusos, tanto verbales como psicológicos. Pero al igual que Amina y Sarah Said, también tenía ambiciones académicas... y "un novio" afroamericano. Un comportamiento tan americanizado que les valió a todas una sentencia de asesinato por honor. Tanto la investigación como las pruebas circunstanciales documentan que las mujeres colaboran, tanto directa como indirectamente, en los crímenes de honor. Según un estudio que cito en mi libro de 2002 La inhumanidad de la mujer con la mujer, las niñas y las mujeres árabes se entrometen y atacan a las demás de una manera que exige a los hombres "hacer algo" para restaurar sus honra familiar. Las tres hermanas de "Tina" siguieron insistiendo a su padre que "tenía que hacer algo con la puta amante del negrata".
En ocasiones, una mujer puede asesinar físicamente a su propia hija o a los suyos a iniciativa propia y directamente. Por ejemplo, en 2003, en Cisjordania, Amira Abú Hanhan Qaoud asesinaba brutalmente a su hija de 13 años Rofayda, embarazada como resultado de las violaciones perpetradas por sus dos hermanos. Amira dijo que "tenía que proteger a mis hijos. Esta es la única manera en que puedo proteger el honor de la familia". Ciertamente no estoy diciendo que esta madre de Texas asesinase físicamente a sus propias hijas con sus propias manos, ¿no? No.
En realidad, en defensa de "Tissie" de Texas, permítame observar que a finales de diciembre se escapó con sus hijas, a las que también llama "sus ángeles". En aquel momento, "Tissie" también admitía a sus interlocutores que Yaser había amenazado con matar a las niñas. Además, pagó dos meses de alquiler anticipado en Tulsa, Oklahoma, donde las niñas y ella iban a vivir. Hace tiempo, una vez "Tissie" admitió que Yaser había atacado sexualmente a Sarah y Amina cuando tenían 7 y 8 años. Pero ella no le denunció (su madre, la abuela materna de las niñas, lo hizo). Y según sus parientes, "Tissie" ridiculizaba el asunto, "bromeaba", le restaba importancia a todo. "Tissie" defendió a su marido y ayudó a las niñas a retractarse de su testimonio jurado porque de lo contrario "papá iría a la cárcel". Las niñas contaron posteriormente a los parientes que su retractación había sido falsa.
Después de que la propia madre de "Tissie" hubiera entregado a Yaser a la policía, mantuvo a todos los parientes de la familia de esta rama lejos de las niñas. Ella y Yaser siguieron mudándose, vagando "como nómadas" (o como sociópatas) para escapar de la vigilancia del colegio y de la agencia de protección del menor. De acuerdo con mis entrevistas, "Tissie" también fue a la cárcel por su hombre cuando fue sorprendida cobrando la prestación social y un subsidio de vivienda basados en la supuesta ausencia del hogar conyugal de Yaser (en realidad, él se introducía en la vivienda del Estado por la noche). "Tissie" también trabajaba de cajera, al igual que sus hijas. Según los entrevistados, "Tissie", y no Yasser, era el principal sustento de la familia. Yaser solamente trabajaba como taxista "cuando le apetecía". Y se quedaba su dinero, o eso creían ellas.
Aún hoy, cuando sus hijas están muertas y su marido se encuentra en busca y captura, "Tissie" ha elegido vivir con uno de los hermanos de Yaser y ha advertido a sus parientes que no hablen ni usen la denominación "crimen de honor" para referirse a estos asesinatos a sangre fría. Afirma que su primer hijo varón, Islam, la necesita, y que ha crecido con sus primos hermanos por parte de padre. La necesidad que Islam tiene de ella (o quizá la que ella tiene de Islam) es el motivo de que "Tissie" cediera volviendo con Yaser, dejando a sus hijas en alguna parte de Oklahoma. Según mis fuentes, "Islam trata a su madre como a una esclava. Y molestaba a sus hermanas, las espiaba. Pero también pasa todo el tiempo en casa con su madre. Ahí es donde está desde que dejó la escuela cuando tenía 14 años. Le pasa algo raro". Mis fuentes me dicen que "Tissie" nunca pudo controlar a su hijo; que resta importancia, niega y perdona "su comportamiento extraño, siniestro y antisocial". Él es su hijo amado. El aún la necesita. Ninguna de mis fuentes es clara sobre si Islam Said sufre algún desorden del aprendizaje, un cuadro psiquiátrico, o simplemente ha sido educado para ser un depredador agresivo de las mujeres con un profundo odio a América. "Es todo a la vez", afirman mis fuentes.
Después de que "Tissie" abandonase a sus hijas en Tulsa, volvió a Dallas. Y a continuación las llamó y les suplicó que volvieran a Dallas para acompañarle a poner flores en la tumba de su abuela (la misma abuela que, una década antes, había repudiado y denunciado a su padre por los abusos sexuales a las menores). "Tissie" les dijo que Yaser estaba arrepentido y que solamente quería tomar té con ellas y hablar las cosas.
En televisión, Islam Said insistía en que los novios de Amina y Sarah eran los que accionaron el gatillo. Yo pienso que la mano de "Tissie" accionó ese gatillo mucho más proféticamente. Hablé con "Tissie". Respondió al teléfono inmediatamente. Le dije que estaba interesada en su versión de la historia (que lo estoy). Se indignó porque llamase "tan tarde" (9 de la noche) y me ordenó "no llamar nunca más". Sonaba muy enfadada. Quizá no estaba sola, quizá cada una de sus palabras estaba siendo monitorizada, tanto interna como externamente. Tal vez también ella sea víctima de Yaser. Tal vez existan circunstancias atenuantes que reduzcan los cargos que con el tiempo se presentarán contra ella.
Pregunté a mis fuentes, cuatro de ellas parientes femeninas tanto por parte de madre como de padre, si pensaban que Yaser le pegaba, si "Tissie" le tenía miedo. Las cuatro fueron claras: "Tissie" le quiere, él nunca le ha puesto la mano encima, nunca le vieron ninguna lesión. En contraste, a lo largo de los años las niñas Said mostraban múltiples lesiones y tenían cicatrices alargadas sobre sus cuerpos. En una ocasión, Yaser había dejado marcado el corrector dental de una de sus hijas en su labio. "Tissie" ocultaba cada caso. Nunca le dejaba solo porque pegaba a sus hijas.
Mis cuatro fuentes no piensan que "Tissie" esté o haya estado secuestrada. Por supuesto, si ella guardaba el secreto, sus parientes no conocen tales detalles. De todas formas, sí recuerdan incidentes en los que Yaser no dejaba a "Tissie" salir de casa, y también una ocasión en la que le impidió salir al coche, aunque hacía mucho tiempo que "Tissie" podía haberse ido de casa. ¿O no?
Pregunté a mis contactos si "Tissie" tiene una mentalidad simple, si está mentalmente enferma o es retrasada. Todos responden que no, aunque sí la describen como "muy pasiva". Una pariente pensaba que pudiera haber sentido "celos" de sus hijas ambiciosas y amantes de la libertad, pero se apresuraba a añadir que era solamente "su opinión". Cada uno de los cuatro entrevistados piensa que, después de tantos años de matrimonio con Yaser, "Tissie" probablemente tuviera lavado el cerebro. El lavado de cerebro se logra con frecuencia aislando al objeto de todo el mundo y sumergiéndolo en una cultura de personas de mentalidad similar. Tanto las amenazas como las recompensas caracterizan una campaña de lavado de cerebro. Este parece probablemente el caso de "Tissie", lo cual no significa que sea moral o incluso legalmente inocente del asunto del asesinato de sus hijas.
Al inicio de este artículo, planteo cómo se puede entender tal comportamiento materno. En cierta forma, es bastante simple de entender: "Tissie" se comporta de la misma manera que cualquier esposa musulmana árabe normal sin educación. Lo que convierte tal comportamiento en algo inesperado, o "culturalmente anormal", es que "Tissie" nació en América y fue educada en una casa cristiana (aunque no particularmente religiosa). Sin embargo, al igual que muchas niñas del mundo musulmán (y tristemente, entre los pobres de todas partes), "Tissie" abandonó el instituto. Podría haber finalizado la educación básica. A los 15 años se casó con Yaser, quien aparentemente se presentó como "un príncipe egipcio" rico, alguien que disponía de propiedades y otros activos económicos en su país. Al contrario que muchas americanas que no se separan de sus familias de origen, el vínculo principal de "Tissie" no es con su propia familia, sino con su hijo, su marido y la familia de su esposo. Este es el comportamiento típico de las mujeres árabes y musulmanas, pero no es tan frecuente entre las europeas y las americanas.
Estoy en deuda con mi buena amiga, colega psicoterapeuta y arabista Nancy H. Kobrin por la siguiente idea: lo que equilibra tal dinámica familiar y "protege" parcialmente a la mujer en una cultura que por lo demás la desprecia y la teme es la práctica del matrimonio concertado con el primo cercano de una y la relación entre hermanos y hermanas. Si la suegra de alguien es también su tía, la esposa estará más segura viviendo con una familia con la que probablemente haya crecido que entre completos extraños.
Asimismo, si "Tissie" tuviera hermanos musulmanes propios, quizá podrían haber llegado en su ayuda frente a su marido o en representación de sus hijas, pero también podrían ayudar a su marido a implementar las reglas y costumbres del apartheid islámico de sexos contra ella. Estas costumbres y relaciones, que pueden parecer (y son) "primitivas", en realidad sirven para preservar un estatus quo pacífico, manteniendo además la riqueza dentro del la propia familia.
En el mundo árabe y musulmán (y en el mundo de "Tissie" en Dallas) las hijas sólo son "problemas". Su castidad tiene que ser protegida, su decencia garantizada. De lo contrario traerán la vergüenza a toda la familia. Entre otras cosas, esto significa que nadie se casará con los hijos de la familia o con las demás hijas. Las hijas desobedientes son peligrosas y prescindibles. Pero "Tissie" vive en Dallas, Texas. ¿Por qué se comporta como si estuviera en Oriente Medio?
Algunas parientes de "Tissie" piensan que se convirtió al islam. Sin embargo, no están completamente seguras, puesto que se comporta de manera discreta. Han visto (o les han hablado) de fotografías de "Tissie" y Yaser posando ataviados con vestimenta tradicional árabe y ermpuñando pistolas y cuchillos en poses "jihadistas" exageradas. Pero no tienen claro si la familia de Yaser es o no religiosa. O politizada. O criminal. Violenta sí. "Demencialmente" criminal contra la mujer, sí. Amante de las armas, también.
Pero algunos no árabes y no musulmanes en América también exhiben estos comportamientos, aunque no necesariamente todos al mismo tiempo: algunos poseen armas y participan de una cultura armamentística y machista. Algunos pegan y golpean a sus mujeres y abusan física y sexualmente de sus hijas. Las madres no árabes y no musulmanas también respaldan a sus agresores (que pueden tener novias y que, al igual que Yaser, pueden abandonar el domicilio durante extensos períodos de tiempo); y se sabe que utilizan a sus hijas como chivos expiatorios de la lujuria paternal "provocada". Pero tales padres no suelen matar a sus hijas. Y si lo hacen, son vistos como monstruos, no como héroes. Sus familias normalmente les abandonan, no les protegen. Sus familias testifican contra ellos. (Recientemente, en Israel, que en muchos sentidos es una democracia occidental, todas las mujeres de una familia árabe musulmana testificaban contra sus maridos después de que la novena mujer miembro de esa familia hubiera sido víctima de un crimen de honor). Al menos nuestra cultura occidental criminaliza las palizas, el incesto, la agresión y el feminicidio de la esposa y de la hija. A pesar de no tener éxito siempre que intentamos evitar estos comportamientos o llevarlos ante la justicia, sabemos que constituyen un crimen.
Pero si muchos tipos de pueblos (cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, indios nativos, sijs) toman parte en algunos o todos los comportamientos antes mencionados (palizas a las esposas e hijas, incesto, etc.), ¿qué podemos hacer para evitar los crímenes de honor en América? ¿Podemos expulsar a todas las personas cuya ascendencia cultural valora los crímenes de honor? ¿Podemos impedir que las personas de tales culturas se conviertan en ciudadanos o que residan aquí? ¿Podemos ponerlas "a prueba" en estos asuntos? ¿O pre-educarlas? Si este enfoque se convirtiera en política pública, algunas personas simplemente mentirían.
¿Qué pasa si las personas que proceden de una cultura donde hay crímenes de honor piden asilo a causa de ella? ¿Qué pasa si las mujeres de esas culturas, trasplantadas a las costas americanas, dependen del Derecho americano para poner orden y salvar sus vidas? ¿Cuál es el proceder más "americano"? No hay una respuesta sencilla. Sin embargo, Sarah y Amina Said eran ciudadanas americanas. América era su cultura. Su deseo de vivir como americanas, y no como árabes y musulmanas en Egipto, es precisamente lo que las condenó. Eran cada uno de nosotros. Les fallamos. ¿Cómo podemos hacerlo mejor?