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Amando de Miguel

A vueltas con las falas

Cualquier revitalización de una lengua pasa por normalizar su gramática y su ortografía. Eso es lo que se hizo con el castellano hace 500 años.

Ya veo que el resurgimiento de las falas regionales resulta polémico. Elva Fernández se refiere al caso asturiano. Muchos rapaces han aprendido la fala en la escuela, pero no se entienden con sus abuelos de la aldea. Y es que los chicos han aprendido el bable normalizado, que es algo así como una especie de esperanto. Mi opinión es que cualquier revitalización de una lengua pasa por normalizar su gramática y su ortografía. Eso es lo que se hizo con el castellano hace 500 años, con el catalán o el gallego hace cien años y con el vascuence hace menos tiempo. En un primer momento ese impulso normalizador tiende a alejar el idioma culto del popular. Lo fundamental es que se cree pronto una literatura; de lo contrario, el idioma no pasa de ser una especie de dialecto hablado. Es lo que ocurre con la mayor parte de las lenguas del mundo. Es muy difícil revitalizar una lengua regional cuando convive con otra de comunicación internacional, como es hoy el castellano. La ley del mínimo esfuerzo hace que la lengua regional sea desplazada.

Manuel Asur tiene grandes dudas sobre la posibilidad de que pueda surgir una literatura potente para el asturiano. La razón es que se trata de una lengua hablada en las zonas rurales, que se ha perdido del todo en las ciudades. Y eso que reconoce "la riqueza intrínseca del bable: sus expresiones peculiares, sus resonancias ancestrales, su belleza medieval aún conservada, su familiaridad tan despreciada". Francamente, me parece que esas cualidades se pueden asignar a todas las lenguas. Para don Manuel el inconveniente principal para la extensión del bable es su falta de uso en la vida corriente y lo artificioso que resulta el bable normalizado.

M. Doncel es todavía más crítico, y aun ácido. Le parece ridículo el intento de revitalizar el guanche en Canarias, un idioma perdido del que no se conserva ni el alfabeto. Su opinión es que no debe gastarse dinero público para revitalizar las lenguas regionales o locales.

José Luis García Valdecantos comenta con sarcasmo algunas peculiaridades del bable asturiano, que los graciosos denominan béibol. Por ejemplo, el grito de ¡Puxa, Asturies! es un invento fallido. Nunca se dijo Asturies (que sería un plural, y Asturias es singular). Por otra parte, el imperativo puxa (= empuja) es lo que decían las madres a los nenes en el orinal para que hicieran caca.

María Jesús Fernández me pide que le diga la traducción de tuquinos, que se emplea en Asturias. Consulto con José Cuevas y me dice que tuquinos no es más que el diminutivo asturiano para tucos, que es lo mismo que tacos, cuñas, nudillos. Añado que en arquitectura se utiliza mucho lo de ripios, materiales pequeños para rellenar huecos o apoyar piedras. En mis operaciones de jardinería recurro mucho a los ripios, que a partir de ahora llamaré tuquinos. Todos los días se aprende algo.

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