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Amando de Miguel

Adelante con los faroles

Lo peor del PP, llamado a gobernar Andalucía, es su ambivalencia respecto al PSOE.

Lo peor del PP, llamado a gobernar Andalucía, es su ambivalencia respecto al PSOE.
Macarena Olona, Juanma Moreno y Juan Espadas, durante el primer debate electoral. | EFE

A la hora de la campaña electoral andaluza, el panorama político nacional se encuentra en una situación aciaga, como decían del reinado de Witiza. En el Gobierno de España, la izquierda socialista anda desnortada; su alianza con los separatistas no trae más que problemas sin cuento. El apoyo que recibe el presidente Sánchez de la extrema izquierda aumenta los quebraderos de cabeza. Responde a un progresismo populista, confuso con la memoria histórica, la perspectiva de género y el cambio climático. O sea, una especie de pipirrana ideológica muy alejada de las apetencias de la clase trabajadora, que en Andalucía está muy machacada. La mejor prueba de tal desconcierto es la sensación de desbandada que está dando en Andalucía, con media docena de partidillos, a cuál más estrafalario. Claro que más triste es el espectáculo que manifiesta el desmantelamiento del Ciudadanos andaluz. Su presidente adopta la pose de un empleado de una funeraria yanqui. De poco le valdrá la promesa de que el PP seguirá contando con él para el Gobierno andaluz. Su caudal de votos en las inminentes elecciones se perfila como una catástrofe. Es la confirmación, una vez más, de que el centro político no existe; es una creación artificiosa de la retórica de los comentaristas políticos.

La situación de las derechas en Andalucía es algo más prometedora, pero con inevitables dificultades. No es la menor la aporía principal de estos comicios. Lo más probable es que el PP se alce con el santo y la limosna de los votos; pero no con los suficientes como para gobernar en solitario, como pretende. Es decir, tendrá que compartir Gobierno con Vox, aunque sea a regañadientes. No es fácil imaginar al presidente Moreno flanqueado por la vicepresidenta Olona. Claro que más peliagudo sería el supuesto de Macarena como presidenta y Juanma como vice. No es probable una combinación tan cómica, pero sí posible. Habrá que reconocer que el PP se halla mejor instalado en la vida social andaluza.

Lo peor del PP, llamado a gobernar Andalucía, es su ambivalencia respecto al PSOE. Como es lógico, los populares pretenden desbancar a los socialistas de la influencia que todavía ejercen sobre una parte de la sociedad andaluza. Empero, el PSOE (vulgarmente, "la pesoe") sigue asentado en la región con numerosas ataduras o intereses creados. Precisamente, el argumento de Vox es que el PP no ha desmontado del todo tales engarces, los famosos "chiringuitos" clientelares. Este es un obstáculo grave para que Vox acceda a colaborar con el eventual Gobierno del PP. En caso de que ese rechazo llegara hasta el final, no cabría más que convocar nuevas elecciones, una salida un tanto locoide. O quizá se podría plantear un pacto de Gobierno entre el PP y el PSOE. Cosas más absurdas se han visto.

A Vox no le queda más remedio que apechugar con el delicado papel de amigable componedor para apoyar al PP. Después de todo, nada hay más natural que el enlace entre las dos derechas. No es fácil averiguar cuál sea más conservadora. Se podrá decir que se trata de un matrimonio de conveniencia, arreglado por la presión de las urnas y el desespero de la situación de crisis económica. No sería nada indigna una salida de esta especie.

Como conclusión, a los voxeros dubitativos habrá que recordarles el grito de ánimo que da el capataz a los costaleros en los pasos de Semana Santa. Tras una breve pausa para tomar aliento, les grita por lo bajini: "¡Adelante con los faroles!". Hombre, llamándose Macarena la lanzada dirigente de los costaleros, el grito no puede ser más pertinente.

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