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Amando de Miguel

El afán de novedades

Tradicionalmente, la novedad era algo malo, amenazante. El sentido actual y general es más bien el contrario. La novedad es lo que resulta atractivo.

Tradicionalmente, la novedad era algo malo, amenazante. Todavía en el Ejército, donde tantas tradiciones se conservan, la expresión "sin novedad" indica que todo va bien, que no ha habido percances. El sentido actual y general es más bien el contrario. La novedad es lo que resulta atractivo. Las noticias son cosas nuevas, algo que merece ser conocido por el público. Lo desusado o sorprendente atrae la atención. En el arte, por ejemplo, el criterio estético dominante es que el producto no haya sido visto antes. Los museos no hacen más que organizar exposiciones para ver si así encandilan a los visitantes. Por lo visto, el repertorio fijo de objetos artísticos se considera como rutina. Los artistas ya no saben qué hacer para que sus obras merezcan premios o susciten el aprecio popular. De ahí tantas extravagancias como se producen.

El interés que merece una noticia es inversamente proporcional a la distancia (física o emotiva) donde se produce. Algunos medios en España siguen con la idea de que las noticias internacionales son las que tienen más peso en la opinión. No es cierto. Un tifón en el Pacífico no merece tanta atención para los españoles como una pequeña borrasca local. Muchas veces la publicidad consiste en algún dispositivo para acercarnos emotivamente los acontecimientos. De ahí que ciertas noticias logren atraer más si antes son anunciadas; por ejemplo, un partido de fútbol, unas elecciones, una dimisión.

No cabe duda de que el interés humano es la cualidad que debe reunir una noticia seguida con avidez por el público. La paradoja es que el interés humano se logra muchas veces cuando en el asunto participa algún animal. También se consigue cuando se acumula una cantidad desusada de sufrimiento, aunque pueda parecer un tanto cruel. El capítulo de sucesos de todos los medios suele referirse a las desgracias desproporcionadas o inesperadas. La lógica de tal atractivo es que son infortunios que afectan a otros, no a los receptores de la información. De ahí la constancia de esa extraña estadística sobre las víctimas de los accidentes de circulación durante el pasado fin de semana. Es tan rutinaria que asombra que pueda interesar a alguien.

La ventaja inicial que tienen algunos partidos políticos o ciertos productos comerciales es que se nos ofrecen como nuevos o "emergentes", que se dice ahora. No otra cosa es el atractivo de la moda, de las últimas novedades en los productos culturales o de cualquier tipo. Lo que "acaba de salir" o de presentarse al público parece que disfruta de una especie de pole position. Es decir, merece que le dediquemos una atención especial.

Un artificio para suplir la falta de sorpresa en tantas noticias consiste paradójicamente en provocarlas. Es lo que se llama pseudoacontecimiento. La famosa agenda de los hombres públicos está llena de ejemplos de ese tipo. Los premios, homenajes, galas, celebraciones, ruedas de prensa, etc. Son otras tantas ocasiones para que los hombres públicos que asisten a ellas se conviertan en noticia. Un pseudoacontecimiento suele ser algo que va a ocurrir y en el que ya están dispuestas las cámaras y los micrófonos de la legión de periodistas. Otro símbolo puede ser la instalación de un cartel de fondo para el fotocol. Delante del cual casi nadie sabe posar.

La gran masa del público se crea su propio boletín de noticias a través de las minucias que afectan a sus amigos, en el sentido que se da a esa palabra en las redes. Cada uno de ellos cuelga las fotos, las opiniones o los pequeños incidentes de su vida cotidiana para que circule entre sus amigos. No es nada dramático, pero consuela. El intercambio masivo de fotos y mensajes de modo telemático es uno de los hechos más peculiares de nuestro tiempo. Nos preguntamos: ¿qué haría la gente antes, cuando no existía el móvil u otros artefactos análogos? No lo podemos imaginar. Resulta difícil de comprender que no se aburrieran.

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