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Amando de Miguel

El intervencionismo del tiempo cronológico

El tiempo cronológico lo debe fijar el Sol, no la autoridad política.

Hemos entrado de lleno en la temporada de borrascas y reformas políticas. Más adelante vendrá la temporada de rebajas y recortes. El ideal para el bolsillo de los empadronados sería que las reformas no supusiesen aumento de los impuestos, incluidas tasas, licencias, precios políticos y otras formas de latrocinios legales. Pero sucederá lo contrario, que casi todas las reformas supondrán múltiples recortes de servicios públicos y en definitiva una mayor carga fiscal. Soy un experimentado pesimista en estas cuestiones.

Por eso mismo, sigo forzando mis gastadas neuronas para imaginar reformas útiles que no supongan más impuestos. Avanzo una muy sencilla. Consiste en que el Estado abandone la idea de decretar qué hora es. Como todos los Estados europeos participan del mismo celo por marcar el tiempo cronológico, deberían ceder su parte de soberanía en tal asunto. Ya sé que es mucho pedir, pero por mí que no quede.

Bastaría con que alguna organización de Estados (por ejemplo, la Unión Europea) acordara que la posición del Sol, vista desde la Tierra, determinara la hora de cada territorio. Se ha dividido el planeta en 24 husos o franjas horarias como si fueran los gajos de una naranja gigantesca. España se sitúa en el primero, al ser atravesada por el primer meridiano, el de Greenwich. Representa el homenaje al famoso observatorio de Londres. Su reloj de torre servía para que los barcos que salieran por la ría del Támesis para adentrarse en ultramar pusieran en hora sus cronómetros. De ese modo se avanzaba en la difícil tarea de averiguar cuántas millas se recorrían cada día en dirección Este-Oeste. El cálculo de esa longitud siempre había sido mucho más difícil que el de la latitud (el movimiento Norte-Sur). Por cierto, se comprenderá la estupenda hazaña de Colón al disponerse a cortar meridianos en el Atlántico sin contar todavía con relojes precisos.

Pues bien, atravesada España por el meridiano de Greenwich, lo natural es que la hora del día coincidiera con la del Reino Unido o Portugal, por ejemplo. Es evidente que esto no es así como consecuencia de los afanes intervencionistas del Estado español. Vuélvase a la naturaleza y acátese la permanencia en el primer gajo de la naranja terráquea. Así pues, la hora de los españoles (desde las Baleares a las Canarias) sería la misma que la de los británicos o los portugueses. Se acabaría la cantinela de "una hora menos en Canarias", la frase más repetida en la radio y suscrita en la televisión. Solo sirve para que Canarias justifique sus otros privilegios. Al menos, el nombre de Canarias se repite en los medios más que los de otras regiones. Bueno, Cataluña lleva la primacía, pero esa es otra historia.

Lo que ya parece un disparate mayúsculo es que cada región decrete su hora particular. Vamos camino de ello; aviso. El tiempo cronológico lo debe fijar el Sol, no la autoridad política.

Por parecidas razones debe abandonarse la viciosa práctica de decretar retrasar los relojes una hora en octubre y adelantarlos en marzo. Parece una gran estupidez, un monumento al intervencionismo estatal sin sentido. La razón oficial de que así "se ahorra energía" produce risa. Resulta asombrosa la credulidad con la que se suelen aceptar los enunciados presuntamente científicos. El único fundamento de tal práctica es el de dar más poder al Estado y mantener sumiso al pueblo. Que es de lo que se trata.

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