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Amando de Miguel

El origen disputado de algunas palabras

Hay personajes de las frases hechas que no resultan identificables, como Picio, Pichote, Catalina o Benito.

Un nuevo y erudito libertario, Damián Galmés, me enseña que algunas palabras que consideramos castizas de los hispanohablantes no proceden del latín, el griego o el árabe sino del vascuence. Por ejemplo, zarcillo, del vascuence zare (= aro de madera) y zul (= hueco). (De ahí, zulo o agujero). Se agradece la lección.

Benedicto Rupérez redarguye que la frase "¿No es milicia la vida del hombre sobre la Tierra y son como los de jornalero sus días?" procede del Libro de Job (Job, 7, 1-3). A ver qué dice ahora don Damián Galmés, experto hebraísta.

Antonio del Pozo Aguilar ha recogido una versión muy divertida de la expresión "que si quieres arroz, Catalina". La tal Catalina García Redondo, que era muy sorda, se fue a casar con Luis Ros y Vasconcelos. En la ceremonia de la boda el cura le hizo la pregunta ritual: "¿Quiere usted por esposo a don Luis Ros y Vasconcelos?". La novia respondió con un "¿qué?” por no haber oído la pregunta. Después de un par de intentos, el cura gritó: “¡Que si quieres a Ros, Catalina!”. La historia me parece tan divertida como inverosímil, pero ahí queda.

Hay personajes de las frases hechas que no resultan identificables, como Picio, Pichote, Catalina o Benito. José Alberto Torrijos Regidor añade el Guerra en algunas expresiones populares de Cuenca, como "más tonto que el Guerra". Pero ese individuo existió, y no fue el torero. El hombre regentaba un chiringuito junto al estadio de fútbol. A la hora de despachar cafés, era inútil la petición concreta: cortado, solo, con leche, en vaso, en taza, etc. Él los servía todos con leche. De paso, don José Alberto comenta el neologismo de Soraya Rodríguez para criticar la política económica del PP: "austericidio suicida", es decir, "matar a un austero de forma suicida”. A veces los portavoces son matavoces.

Juan Nevado vuelve a investigar el origen del signo @ para el correo electrónico. Estaba ya en los teclados junto a # o &, pero esos ya estaban asignados a otras funciones. Faltaba un signo para separar la identificación del usuario de su correo y se echó mano de la arroba (@). Calculo que, después del símbolo de la cruz (+) en tiempos del emperador Constantino, no se había visto otro con tal éxito.

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