La clase política y los medios de comunicación, en Europa, están creando una nueva casta todopoderosa con tintes antidemocráticos, escribe Fjordman. Se refiere a los países nórdicos, y a vosotros os dejo la reflexión sobre cuán aplicable es a nuestro país.
¿Cómo se llamaba el loado difunto que ejerció de representante de Fórum Filatélico para toda la región catalana antes de que se descubriera la gran estafa?
No es fácil encarar la podredumbre moral de estas reacciones, tal es su espectro. La primera afecta al propio suicidio. Estos varones católicos no han tenido pudor a la hora de otorgarle sentido. Convencionalmente persiguen el suicidio allí donde se muestre; claman contra el hecho de que los periódicos den noticia de él, no sea que genere emulación (¡y ahora lo emularían si tuvieran los dos collons!)
Sin embargo, lo peor de los graves, enfáticos y comediantes hermeneutas es la complicidad de fondo con el suicida que han querido demostrar. Eras de los nuestros, le han cantado. Desdichado Xirinachs. Él, que escribió tres gruesos volúmenes estrictamente destinados a demostrar la traición de los líderes; él, que los despreciaba de un modo radical.