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Cayetano González

Construir la alternativa

Sólo cabe esperar que Casado, Abascal y Arrimadas sepan estar a la altura del grave momento que vive España y dejen a un lado sus intereses partidistas.

Si, como todo apunta, dentro de un mes tenemos a Pedro Sánchez al frente de un Gobierno frentepopulista con Podemos y el apoyo de lo mejor de cada casa –independentistas catalanes, PNV, Bildu, quizás BNG y Coalición Canaria, amén de diversos partidos regionalistas–, será necesaria y urgente la construcción de una alternativa en el espacio del centro y la derecha que pueda aspirar a ganar a ese conglomerado en las siguientes elecciones generales, que serán más pronto que tarde.

El pasado día 10, presentándose por separado, PP, Vox, Ciudadanos y Navarra Suma obtuvieron un total de 10.874.547 votos y 153 escaños. El otro bloque –PSOE, Podemos y Más País– sacó 10.351.926 votos y 158 diputados. Mientras se siga empleando la Ley D’Hont para el reparto de escaños, y mientras la ley electoral prime tanto a los partidos nacionalistas, el centro y la derecha tendrán muy difícil ganar unas elecciones si acuden a ellas por separado.

Con un Ciudadanos en estado comatoso tras el batacazo electoral del 10-N, y a la espera de si es capaz de recuperarse con el liderazgo de Inés Arrimadas, es evidente que la reconstrucción de ese espacio pasa fundamentalmente por el PP y por Vox. El problema es que en ninguno de los dos partidos, ni en sus líderes, hay señales que indiquen que vayan a ir en esa dirección.

A expensas de lo que decida Puigdemont desde Waterloo, las dos citas electorales previstas para antes del otoño del próximo año tendrán lugar en Galicia y el País Vasco. En el primer caso, o el PP gana por mayoría absoluta o perderá la Xunta. Y para lograr esa mayoría absoluta pueden ser determinantes los votos de Vox y de Ciudadanos, que yendo por separado es muy probable no consigan escaños en el Parlamento de Galicia. El caso del País Vasco es más dramático: el constitucionalismo está muy debilitado, ya que el PP lleva años en caída libre –¿a qué espera Pablo Casado para tomar alguna medida?–, y Vox y Ciudadanos son dos partidos con muy poca implantación. Una coalición de estos tres partidos obtendría, sin ninguna duda, una mayor representación en el Parlamento autonómico que si concurrieran por separado.

La pasada semana, el presidente de Vox, Santiago Abascal, reconocía en Es la Mañana de Federico que si hay un lugar donde es urgente y prioritario el entendimiento entre las fuerzas constitucionalistas es el País Vasco. Pues empiécese por ahí, como ya se hizo en los comienzos de la década de los 80 con la denominada Coalición Popular, que integraron UCD, AP, Unión Liberal y el PDP.

Para poner las bases sólidas de esa refundación del centro y la derecha, sus protagonistas deberían hacer un diagnóstico certero de las causas que han llevado a la división. Empezando por el PP, sus dirigentes deberían plantearse la siguiente pregunta: ¿qué hemos hecho mal en estos años para que a nuestra derecha haya surgido un partido que tiene casi 3.700.000 votos y 52 diputados, y cuyos votantes proceden en buena medida de nuestras filas? En cuanto a Vox, se equivocaría si se quedara en la complacencia que produce un crecimiento tan espectacular y no comprendiera que esos votos, lo mismo que llegan, se pueden ir. Es verdad que puede tener la aspiración de suplantar al PP, pero eso también lo pensó Rivera y ahí estuvo su principal error.

España se enfrenta a un futuro político inmediato muy complicado. Si Sánchez consuma su idea de Gobierno frentepopulista independentista, solo cabe esperar lo peor para la Nación en términos de unidad, igualdad, libertad y convivencia. Por eso es urgente la construcción de una alternativa desde el centro y la derecha. Los electores de este espacio lo desean y lo demandan. Sólo cabe esperar que Casado, Abascal y Arrimadas sepan estar a la altura del grave momento que vive España y dejen a un lado sus intereses partidistas.

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