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Cristina Losada

Artur Mas en su momento Takatún

Lo principal no es fabricar una válvula de escape, que seguro nos saldrá muy cara.

Lo principal no es fabricar una válvula de escape, que seguro nos saldrá muy cara.

Había hace años en la tele un personaje llamado Felipito Takatún, creación del cómico Joe Rígoli, que hizo célebre lo de Yo sigo!". Sin intención de hacer reír, el presidente de la Generalidad catalana ha despachado de similar manera el debate y la votación del otro día en el Congreso. Dijo, en concreto, que no era un punto final, sino un punto y aparte. Esto era de esperar, naturalmente, pero aún podemos decir más: el presidente catalán no fue a defender su proyecto en la sede de la soberanía nacional para que no se le asociara con un punto final. Para no salir de allí acompañado por la sombra de Ibarretxe.

Para el lendakari Ibarretxe, y para su plan de "Estado libre asociado", el debate que tuvo lugar en el Congreso en 2005 con él presente fue un punto final. Se le dijo educadamente que no podía ser, y lo único que sucedió después, contra los pronósticos habituales, es que su partido perdió el poder en las siguientes elecciones y guardó aquel proyecto en el desván.

Conviene acordarse de aquello, y también del dramatismo que rodeó la circunstancia. Convendría que hicieran memoria los que ahora, como entonces, como siempre, dicen que no pero sí, que bien está la negativa, pero que hay que resolver el problema político. Reconozco mi aversión por la frasecita en esta clase de contextos, es decir, cuando hay un desafío a la ley. Recuérdese que era la cantinela tanto de los contrarios a ilegalizar Batasuna como de los partidarios de negociar con ETA: lo primero no se podía hacer y lo segundo había que hacerlo porque había "un problema político".

No negaré que exista un problema político en Cataluña: también son problemas políticos los que se provocan sin que haya causas reales que los justifiquen. La cuestión es cómo encararlos, y ahí los que pían por darle una salida, mediante una u otra concesión de alcance, al que ha creado Artur Mas tienen un problema estático. Para ellos, la situación es inamovible. En su visión, el estado de cosas en Cataluña es como un embalse a punto de rebosar por la crecida a favor de la consulta y de la independencia. Les parece que el nivel de las aguas sólo puede aumentar, y creen que el único modo de evitar que se desborden y causen graves daños es abrir una vía para descargar caudal.

La realidad política, sin embargo, no está quieta ni es inamovible. Es fluida, cambia de cauce y se mueve también según cómo se actúe sobre ella. Los nacionalistas han actuado, y de qué manera, para que hubiera una crecida a favor del engañoso derecho a decidir y la independencia. ¿Por qué asumir que eso no tiene vuelta atrás y sólo puede ir a más y a Mas? ¿Acaso no es posible y realista actuar para que la crecida remita? Por supuesto. Ahora bien, si los contrarios a la secesión dedican sus esfuerzos a cocinar la vía de salida (llámese reforma federal, reconocimiento de la singularidad catalana en la Constitución, pacto fiscal o blindaje de competencias), estarán perdiendo un tiempo precioso. Y no sólo: estarán alimentando la crecida.

Lo principal no es fabricar una válvula de escape, que seguro nos saldrá muy cara. Es trabajar para modificar la situación, para cambiar los términos del problema. Mas está en el ¡yo sigo! Vale. Hay que dejar de seguirle.

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