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Cristina Losada

El Cacao Party

A los acampados les preocupa, básicamente, ser personas y no mercancías. Hay quien les ha colgado la medalla de "inconformistas". Yo los veo muy conformes con los tópicos de la izquierda común y corriente.

Más intrigante que esa acampada de jóvenes airados es el enorme interés y el especial respeto que ha concitado. Cierto que venía a ser el aspecto yang de estoloarreglamosentretodos. Unos optimistas y otros indignados, los hermanaba la amplia y cálida cobertura ofrecida por TVE, empresa muy selectiva con su tiempo, como se sabe. Pero estaba, por supuesto, el factor twitter, el excitante fetichismo de las redes sociales. Y se sumaba el efecto copycat. Era una combinación irresistible para la prensa, que veía venir algo grande. ¡Una primavera árabe en vísperas electorales y una plaza Tahrir ante la sede del Gobierno regional de Madrid! Para relamerse. Si agreden a periodistas políticamente incorrectos, la perfección se toca con los dedos. Y si se oye la sintonía del bestseller de la temporada, el panfleto fraude del resistente francés, entonces, bingo.

Un posible portavoz de los improbables árabes congregados en la Puerta del Sol declaraba, al parecer, que "los medios no se enteran de nada". Bien. Leído el manifiesto del asunto tengo para mí que sus autores aún se enteran de menos. Vaya empanada. Dos décadas logsianas y una larga tradición de desinterés por la res publica –aunque se vote en masse– han de traer consecuencias. El analfabetismo político es una de ellas. Pero esta empanada desprende un aroma conocido. Es anticapitalista y estatista. Unos ingredientes que gustan tanto a izquierda como a derecha y, en concreto, en los extremos de cada una de ellas. En esas zonas fronterizas siempre se le ponen apellidos a la democracia y fraguan movimientos antisistema, cual fueron el fascismo y el comunismo. Hoy, Sistema es sinónimo de economía de libre mercado. Y antisistema, un modo de externalizar la frustración: la cuenta de las expectativas incumplidas se le carga a la entelequia. Qué bonita irresponsabilidad, sentirse simple engranaje de una maquinaria pérfida.

Estamos ante un ejercicio de "democracia real", por lo que nada se sabe realmente, pero, de acuerdo a la prensa ignorante, a los indignados les molesta el bipartidismo. He ahí otro lugar común de la listas de males que corren por el extrarradio. ¡Otro mito! Tan débil es el bipartidismo en España, por contraste, pongamos, con EEUU, que los Gobiernos han de pactar una y otra vez con pequeños partidos como los nacionalistas. Y ceden de manera injustificable. Pero a los acampados les preocupa, básicamente, ser personas y no mercancías. Hay quien les ha colgado la medalla de "inconformistas". Yo los veo muy conformes con los tópicos de la izquierda común y corriente.

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