Es posible que pase desapercibida la noticia de que los asaltantes del Capitolio van a ser acusados de sedición. Lo ha dicho el fiscal federal Michael Sherwin, y su anuncio está en toda la prensa norteamericana. En realidad, allí se lleva hablando de la sedición como posible delito cometido por los seguidores de Trump desde enero, cuando ocurrieron los sucesos. El primero que pronunció “sedición” fue el presidente Biden. Para nosotros, lo interesante aparece al poner estas noticias sobre la sedición en Estados Unidos junto a los comentarios despectivos que suscitó la condena por sedición de los dirigentes separatistas.
Fue un clamor que el delito de sedición era trasnochado y anacrónico. Era, se dijo, una antigualla con olor a naftalina con la que España hacía el ridículo en el avanzado entorno de las democracias europeas. Tan fuera de época se consideraba, que el Gobierno dijo que había que actualizarlo y adaptarlo –léase reducir las penas para beneficiar a los condenados– por ese motivo. La sedición estaba entre los “tipos penales que (...) sonaban extraños en Europa”, dijo la vicepresidenta Calvo en enero de 2020. Un año después, mira tú por dónde, la sedición sonaba perfectamente normal en Estados Unidos.
Las risas a cuenta de nuestro delito de sedición se oyeron fuera de España aquel 15 de octubre de 2019, en que se dio a conocer la sentencia del Supremo. Recuerdo el tuit de una periodista y economista británica que puso: “Sedición. ¿De qué siglo estamos hablando?”. El chiste fue muy aplaudido por sus seguidores y los separatistas que se apuntaron. No fue un caso aislado. Ridiculizar a España por aquella condena por la extraña sedición fue común entre ciertas élites periodísticas y académicas de distintos países europeos. Lo de siempre: su España está en el 36 o en la dictadura de Franco, cuando no en la Inquisición. Para esta gente tan progresista y de izquierdas, nuestro país es, por definición, trasnochado y anacrónico.
Bien, pues ahí está el delito de sedición vivito y coleando en la más poderosa y moderna democracia liberal del mundo. ¿Se atreve alguien a decir que es una ridiculez, indigna del superior siglo XXI, que en Estados Unidos se acuse y condene por sedición? ¿Y que es como de trogloditas que esté penada hasta con 20 años de cárcel (aquí hasta quince)? ¿Alguno de aquellos valientes fustigadores de nuestro delito de sedición reconocerá que en Estados Unidos se define de manera parecida a la nuestra? A que no. Pero sólo, sólo por un motivo: los que van a responder ante la justicia por delitos de sedición son gente de Trump. Si no lo fueran, tal vez. Como lo son, todos los que piaron contra la sedición en España callan como muertos. Lástima. No oiremos decir a Calvo ni al resto de anacrónicos: ¡uy!, qué trasnochado eso de acusar de sedición a los trumpistas que asaltaron el Capitolio.