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Cristina Losada

Obama y Bush, un mismo combate

Su nación había cumplido con el deber de perseguir sin descanso a quienes intentan destruirla. Lástima que otras se declaren en tregua a la mínima.

La democracia lucha contra el terrorismo con una mano atada a la espalda, pero no con las dos, como algunos pretenden. Así, una operación ordenada por el presidente de Estados Unidos para, según sus palabras, capturar y llevar ante la justicia al principal responsable de los atentados del 11-S, se saldaba, como era previsible, con la muerte del criminal Ben Laden. Y nadie, nadie del mundo civilizado e incluso del otro, ha lamentado ese desenlace. Sólo los islamistas que controlan Gaza y, aquí, en nuestro país, algún periódico desnortado, abrocharon el término "asesinato" a una acción cuyo significado Obama expresó de este modo: "Se ha hecho justicia".

Quienes pretendieran y esperaran que los EEUU dejaran de librar, con Obama, la "guerra contra el terrorismo", como fue definida por su predecesor, se habrán llevado un nuevo disgusto. Barack ha terminado un trabajo que había comenzado George W. y hasta es una suerte que haya sido de esta manera. Gracias a ese cambio de inquilinos en la Casa Blanca, nos ahorraremos histéricas denuncias de la ilegalidad de la operación, que sería un "asesinato selectivo" y en suelo extranjero, nada menos; peticiones para que se investigue si los Seals le leyeron a Ben Laden sus derechos antes de disparar; y demandas para que se juzgue a Washington por otro crimen. Incluso el PSOE, que tanta condena y mofa hizo del War on Terror, ha celebrado la acción, bien que poniendo por delante, a modo de blanqueador, el nombre del santo progresista.

Como no todo iba a ser de color rosa, los agoreros alertan de las represalias por venir, igual que sentenciaron, en su día, que el 11-S era una represalia –merecida, voceaban– por el maltrato que la gran potencia liberal infligía al mundo islámico. Y, sombríos, proclaman la evidencia de que la muerte de Ben Laden no es el fin de su organización. Puede. Pero que los terroristas paguen un alto precio por sus actos es el único camino que conduce a ese horizonte. "Nunca toleraremos que nuestra seguridad se vea amenazada ni permaneceremos de brazos cruzados cuando asesinan a nuestra gente", dijo anoche el presidente. Tal era el sentido de las celebraciones que se vivieron en Washington y Nueva York, donde coreaban "USA, USA": el mismo clamor que recibió a Bush en la zona cero en 2001. Su nación había cumplido con el deber de perseguir sin descanso a quienes intentan destruirla. Lástima que otras se declaren en tregua a la mínima.

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