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Cristina Losada

Qué esconde Podemos

Si gana Díaz la partida, será la voladura controlada de Podemos. Si la pierde, será la voladura sin control.

Si gana Díaz la partida, será la voladura controlada de Podemos. Si la pierde, será la voladura sin control.
EFE

El podemismo echa humo. El enfado por la retirada del escaño a Alberto Rodríguez, condenado por agredir a un policía, se cuenta seguramente entre las más ruidosas representaciones - de teatro hablamos- de este grupo de aficionados. La pérdida del escaño por pena de inhabilitación es un ataque a la democracia, al poder legislativo y a la voluntad popular. Han dicho también que es para que la gente no se meta en política. ¿No se puede hacer política si no tienes escaño en el Congreso? Y estos son los activistas. Desde su exilio voluntario, el exlíder supremo sentencia que el caso es "representativo del proceso de involución democrática que estamos viviendo". Involución democrática, ¡y con su partido ricamente sentado en el Gobierno!

Todo es muy escandaloso y ruidoso, además de afrentoso para la separación de poderes, el poder judicial y el Supremo, tres instituciones de la democracia liberal, que como la propia democracia liberal, no les gustan y se cargarían de un plumazo, si pudieran. Y supieran.
Mucha furia, mucha rabia y mucha claque pateando, sí, pero el exdiputado Rodríguez se ha ido del partido. ¿No es por él por el que están montando el pollo? Pues va él, y abandona. Tanto le defienden que se marcha, hace mutis por el foro y dice adiós. Y esa es indudablemente la noticia. La noticia que da noticia de lo que estará ocurriendo detrás del telón. Hay que hacer mucho ruido para cubrir los crujidos de la fractura. Cuando los hechos apuntan en sentido contrario, y se ofrece una exhibición de unanimidad feroz, tenemos prueba de división interna. Unidas Podemos, como era de esperar cuando pones ese nombre, ya es pura desunión.

Baste añadir a la marcha de Rodríguez, el embrollo de la querella contra Batet. ¿Pero no la iba a presentar el partido? Ah, que no. El partido dice que es asunto de Rodríguez, y él tampoco la va a presentar. Pero lo más importante: no le han dado nada, ni agua. Aventuraba yo en esta columna no hace mucho que si a Rodríguez no lo colocaban, como colocaron recientemente a otros en riesgo de inhabilitación, es que estaba en el bando equivocado. Odio decir que ya lo dije. Aunque Rodríguez, al que nadie de su partido ha querido darle nada, es sólo un síntoma. En el bando equivocado están ahí, ahora mismo, todos. Una vez evacuado al planeta tertuliano el que ostentaba la corona, la lucha por el poder ya pudo desencadenarse libremente. Si gana Díaz la partida, será la voladura controlada de Podemos. Si la pierde, será la voladura sin control. La sucesión siempre es un problema en los partidos, pero en los grupos de aficionados puede ser su tumba. Al tiempo.

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