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Daniel Blanco

Sobre oportunistas y listillos

Luis Enrique en rueda de prensa.
Luis Enrique en rueda de prensa. | EFE

Lo debió pensar mucho porque sabía que iba a traer cola. Sobre todo, si no se ganaba un partido, a priori, fácil ante un recién ascendido como el Alavés. Luis Enrique tiró del libreto que quiere imponer este año en el Barcelona. Se va a rotar mucho para evitar el desgaste de las últimas temporadas. Tras darle muchas vueltas, el asturiano le comunicó el viernes por la noche a Juan Carlos Unzué, su segundo, que ocho jugadores iban a cambiar desde el partido anterior en BIlbao. Así, sin anestesia. Y que dos de ellos iban a ser Luis Suárez y Messi. El Barcelona perdió 1-2 y, claro, se ha montado una buena.

Pero como todo en la vida, el asunto hay que verlo desde varias perspectivas. La principal, que el entrenador manda y que debería ser indiscutible su razonamiento porque es el que conoce a la plantilla y el que decide las variaciones según lo que ve. Otro modo de verlo es el resultadismo que se tiene siempre en el mundo del fútbol. Sobre todo el aficionado. Si ganas todo está bien, si pierdes todo mal. Es obvio decir que ya hubieran salido los defensores a ultranza de Luis Enrique si el Barcelona hubiera ganado el partido. "Qué bien hizo Lucho", "qué política de rotaciones tan razonable". Como muchas cosas, el aficionado parece que tiene la verdad absoluta.

Otro punto de vista es el del sentido común. Analizar el partido y ver que es imposible que el Barcelona vuelva a perder un día en el que el rival le llega dos veces a portería. Es inviable que el equipo azulgrana repita un encuentro en el que sólo tira cuatro veces contra la meta rival. Imposible del todo. Se puede analizar el partido y observar que la alineación que presentó el equipo el sábado pasado le gana 99 veces de 100 al Alavés.

Es innegable aceptar que el fútbol es así. Lo tiene que hacer el Barcelona y lo hizo Luis Enrique en sala de prensa. Estos partidos también te quitan ligas, son los más peligrosos. Hay que dar con la tecla y el asturiano no dio con la solución el pasado sábado. Pero los once jugadores que presentó el Barça ya los querrían los 18 equipos restantes (quito al Madrid) de Primera. ¿O hay alguien que discuta que Aleix Vidal, Mascherano, Mathieu, Digne, Busquets, Rakitic, Denis, Arda, Alcácer y Neymar, no es una alineación para ganar a todos los equipos en el Camp Nou?

El oportunismo en el fútbol está a la orden del día. Si el equipo está cansado en abril, la culpa es del entrenador porque no ha rotado. Si el equipo rota en septiembre, el entrenador está loco por hacerlo. Si el equipo llega a navidad y hace algunos cambios en algunas competiciones, el entrenador no vale para nada. Ser entrenador de un equipo grande es esto. Alabarte y darte palos en la misma proporción. Cuando crees que has dado con la solución siempre hay alguien que te dice algo con lo que no contabas. El entrenador de un grande nunca es perfecto. El perfecto es el aficionado, listo, entrenador siempre, que entiende más que el profesional. El perfecto, el sabelotodo es el periodista de turno. Por eso el fútbol es lo que es y por eso la crítica es la que es. Porque el aficionado y la prensa siempre saben más que los protagonistas del espectáculo. Hasta que, de repente, el fútbol da la razón a los futbolistas y entrenadores. Afortunadamente esto pasa casi siempre. Menos mal.

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