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Daniel Rodríguez Herrera

¡Qué bueno es Griñán!

El doble rasero que se aplica a la corrupción del PP es abracadabrante.

El doble rasero que se aplica a la corrupción del PP es abracadabrante.
José Antonio Griñán y Susana Díaz | EFE

Llevamos unos días en que un buen montón de gente, desde tuiteros de mucho progreso hasta diversos periódicos que se han hecho eco acrítico de una carta de su hijo, pretenden blanquear la imagen del procesado Griñán. Que es una persona honrada a carta cabal, que lo dice mucha gente de la que se fían, que resulta que cobraba muy poco para la responsabilidad que tenía, y si resulta que se llevó dinero, desde luego lo ocultó muy bien, porque en su familia no se lo ha gastado. Parece que todos deberíamos ser como Griñán, ejemplo y paradigma del sacrificio personal, y somos tan malas personas que no hemos robado 741 millones de dinero público para comprar votos.

Porque al final esa es, y no otra, la acusación del caso ERE. A ver, que con lo rápidos que somos con estas cosas el juicio no empezará hasta dentro de un año o así y no se puede descartar que finalmente sea declarado inocente. Pero si no es así, si resulta que le consideran culpable y le condenan a varios años de cárcel, a todas luces insuficientes vista la cantidad escamoteada, seguirá sin haber sido acusado de haberse llevado el dinero a su bolsillo. Y eso no hace menos grave la acusación. Parece que el peor delito que puedes cometer en este país es defraudar a Hacienda, pero que luego los gobernantes empleen ese dinero no para ayudar a los parados, que era su función, sino para mantener su red clientelar es poca cosa. Se puede ser muy bueno y muy honrado pese a ello.

Es cierto que, si en España no existiera el doble rasero, muchos no tendrían rasero ninguno. Pero que estos días quien se haya llevado todos los titulares sea Rita Barberá, investigada por haber blanqueado la friolera de 1.000 euros, 741.000 veces menos que lo de la maquinaria de Griñán y Chaves, deja casi todos los demás dobles raseros que en el mundo han sido como ejemplos de equidad y justicia. Que sí, que debe ser juzgada, que si hay suficientes razones debe ser procesada y que si hay suficientes pruebas, condenada. Como todos. Pero que provoquen más atención los 1.000 euros del PP que los 741 millones de euros del PSOE sólo puede deberse a que haya demasiada gente demasiado dispuesta a mirar para otro lado cuando los presuntos pertenecen a la izquierda. Y que demasiados de ellos tienen demasiada responsabilidad en demasiados medios de comunicación.

Cierto es que no se puede ni se debe dedicar 741.000 veces más espacio a lo del régimen andaluz que a lo de Rita. También, que el hecho en sí de que un político importante, que vive del dinero que nos quita Hacienda, se dedique a blanquear donaciones al partido es de por sí muy grave, al margen de las cantidades, y justifica que te echen del partido, dejes tus cargos y hasta te quiten los puntos del carnet. No critico la cobertura a los escándalos del PP. Critico la falta de cobertura a otros escándalos en los que se ha defraudado muchísimo más dinero público. 3.000 millones de euros se podrían haber llevado los Pujol, lo de los ERE, hasta 2.000 millones que podrían haber volado del caso Edu, también en Andalucía, frente a... 120 millones de la Gürtel en total en todos sus frentes. Ha provocado mucho más escándalo la defenestración de Elpidio Silva, un tipo que ha metido en la cárcel dos veces por el mismo delito al mismo acusado, que la de la juez Alaya, culpable de querer investigar demasiado exhaustivamente el régimen de corrupción institucional que es Andalucía. Pero al final la imagen popular es que el partido corrupto es el PP y sólo el PP.

Cada vez que se recuerdan estas cosas parece que lo que quieres es hacer el caldo gordo al PP. Pues no. Rajoy debió dimitir el mismo día del "Luis, sé fuerte". Pero que exista semejante doble rasero, que permite a nacionalistas e izquierdistas irse casi de rositas, ser tratados como buenas personas indebidamente acusadas, no sólo es injusto: también es una forma de incentivar la corrupción de todos esos bondadosos hombres y mujeres de progreso. Pero, claro, como es la de los suyos, eso no importa.

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