
Pudo caer en Smallville, por ejemplo, pero no, cayó en Manacor. Porque puede que intenten convencerme de alguna manera, con fotos de la infancia o incluso con fotos trucadas del momento de su nacimiento, pero a mí no me engañan. Sebastian Nadal y Ana María Parera podrán intentar ocultar la verdad, pero yo sé que en algún lugar de tierras manacorenses hay una nave oculta que el 3 de junio de 1986 cayó en España. Dentro de ella vino el que hoy por hoy conocemos como Rafa Nadal ya que desconocemos de momento su nombre real. Eso sí, este superhéroe es nuestro, este Superman es español.
Lo que hizo ayer Nadal en la mítica pista azul de Melbourne solo fue un ejemplo más de lo que un extraterrestre deportivo puede hacer con muchos poderes en su cuerpo, pero con uno que destaca por encima de cualquier otra cosa: su cabeza. Rafa gana por muchas cosas, entre ellas por un físico privilegiado, una técnica que a veces se ha osado infravalorar y una capacidad estratégica colosal, pero por encima de todo eso, Nadal ha logrado todo lo que se ha propuesto porque cuando sus ojos ven en el marcador un 2-6, 6-7 y 2-3 con 0-40 a favor de su rival, su mente le dice "si recupero esto, gano".
En cualquier otra cabeza humana, cuando los ojos ven el resultado que ayer lucía el tercer set de la final del Open de Australia, todas las frases que pasan por un cerebro terrícola incluyen la palabra ‘perder’. En la de Rafa, cuya nave, repito, aterrizó en 1986 en España, no. Su cerebro activa otro mecanismo asociativo y el rival, cuando nota que el alien que tiene delante ha despertado, duda. Ayer, Medvedev dudó. Porque por mucho que Daniil ya sea una estrella del tenis, el claro sucesor del Big3 y evitase en su día que Novak Djokovic ganase su Major número 21 en Estados Unidos, el tenista moscovita sabe que Nadal es diferente. Rafa, señoras y señores, es otra cosa.
Ojo, no digo que Novak o Roger Federer no sean capaces de sobreponerse a situaciones parecidas, de hecho lo han conseguido en momentos similares, pero ellos no te arrollan como hace Nadal. Novak se arma de paciencia y te desgasta, como hizo por ejemplo en Roland Garros 2021 remontando dos sets en contra ante Tsitsipas. Federer, por su parte, baila sobre la pista, impone su saque y luce un repertorio de golpes imposibles que someten a sus oponentes. Rafa, no. Rafa te arrolla. Te pasa por encima en todos los sentidos. Parece cansado y de repente corre diez veces más. Parece que ha sudado una piscina olímpica y que no puede más y en dos o tres juegos cambia por completo y da la sensación de que han sacado por fin del recinto ese trozo de kryptonita que le hacía perder fuerzas. Y por mucho que lo veas venir, por mucho que pienses que era de esperar y que acabarás ganando, este animal competitivo se lleva la copa a casa y te deja con la misma cara con la que se quedó Medvedev. El jugador más ‘pesado’ del circuito y el que más desespera por ser un muro que lo devuelve todo, acabó preguntándole a Rafa al final del partido si estaba cansado de verdad. ¿Lo ven? El ruso tampoco se cree que Nadal sea humano. De hecho, no descarto ver al bueno de Daniil por Manacor buscando la nave. Tiempo al tiempo.
Por todo esto y más, Rafa Nadal es un regalo para todas las generaciones que están teniendo el privilegio de verle jugar. Incluso para aquellos que le odian, porque ellos, sin querer asumirlo y mientras esperan pegados al televisor para ver si pierde, siguen acumulando horas y horas viendo a este alien morder trofeos. ¿Se imaginan ser amante del deporte y no disfrutar de Rafa Nadal? Subo la apuesta. ¿Se imaginan ser español y ser ‘hater’ de Rafa Nadal? ¡All in! ¿Se imaginan ser español, haber apoyado a Rafa Nadal durante toda tu vida y ahora insultarle por ponerte siempre un ‘anti’ por delante de todas las cosas? Por suerte, no puedo decirles lo que se siente pensando así, porque en mi caso pienso seguir disfrutando de todo lo que Rafa nos siga ofreciendo.
En fin, 90 títulos individuales de la ATP, cinco Copa Davis para España y, de momento y a la espera de más episodios de la mejor batalla de la historia del deporte, el único tenista masculino que suma 21 entorchados de Grand Slam. Solo Margaret Court con 24, Serena Williams con 23 y Steffi Graff con 22 superan a Nadal, que a su vez ya supera los 20 de Djokovic y Federer. Para los que amamos el tenis, esto es una bendición. Es como ver a Michael Jordan jugar contra otros dos Michael Jordans durante más de una década. Como ver a Pelé, Di Stéfano, Cruyff, Messi y Maradona jugar al mismo tiempo. En mi caso, de estas siete bestias de los Grand Slams he podido ver jugar a cuatro, pero claro, la nave de Rafa aterrizó en España y para mí, pase lo que pase, ya es y será el mejor jugador de la historia. Y al que no le guste, que se hubiese vacunado. Juego, set y partido. ¡Gracias Rafa!
