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EDITORIAL

Arrogancia e hipocresía de Ciudadanos

PP, Cs y VOX son necesarios, están abocados a negociar entre ellos para llevar a Andalucía un cambio que le permita dejar atrás el caciquil y miserabilizador régimen socialista.

Aunque resulte encomiable la petición de VOX de suprimir las ayudas con cargo al contribuyente a la nauseabunda ideología de género, en la que se basa una norma tan injusta, discriminatoria e ineficaz como la mal llamada Ley contra la Violencia de Género (LGV), puede resultar, ciertamente, discutible que la formación liderada por Santiago Abascal se enroque y lo considere un sine qua non para apoyar la conformación de un Gobierno que ponga fin al régimen socialista en Andalucía. No sólo porque hay muchas otras cosas en las que VOX podría contribuir al cambio en Andalucía, sino porque, aun cuando los partidos de Casado y Rivera se avinieran a suprimir ese lamentable compromiso de ayuda financiera, la LVG, con su laminación de la igualdad jurídica entre hombres y mujeres y de la presunción de inocencia de los primeros, seguiría en pie, así como su aún más deplorable versión andaluza.

Siendo, por tanto, muy discutible la taxativa negativa de VOX, mucho peor es la arrogancia y la hipocresía de Ciudadanos al negarse, no menos taxativamente, a que se negocie con VOX no sólo ese punto sino cualquier otro de los que ha acordado con el PP. De la misma forma que los de Rivera y Marín han tenido derecho a que el PP se sentara a negociar a cambio de su apoyo a la investidura de Moreno Bonilla como presidente de la Junta, los de Abascal y Serrano tienen derecho a que PP y CS se sienten a hablar con ellos.

Tratar a una formación como VOX, tan respetuosa del orden constitucional como lo son PP y Cs, cual si de una banda de apestados antisistema se tratara no sólo supone dejar peligrosamente de lado el hecho de que los de Casado y los de Rivera no tienen escaños suficientes para gobernar a dúo, sino imponer a los de Abascal un inaceptable cordón sanitario que sólo merecen quienes no respetan la Constitución y sus procedimientos de reforma, como los separatistas y la extrema izquierda podemita.

Ya es lamentable que Cs no se avenga a discutir una ley que permite algo tan liberticida como que la prueba de una denuncia pueda ser la propia denuncia... en el caso exclusivo de que el denunciante sea una mujer y el denunciado un hombre. Ya es lamentable que Cs no se atreva a criticar que en Andalucía se pueda otorgar administrativamente la condición de víctima de la violencia de género a una mujer (nunca a un hombre) sin que media sentencia de tribunal alguno. Ya es lamentable que ya nadie en Cs se atreva a decir –como otrora Toni Cantó o Marta Rivera de la Cruz, muy en sintonía con lo que ahora dicen los de VOX– que la LVG "no protege a las víctimas". Pero lo que resulta absolutamente inaceptable es que Cs y PP se nieguen a negociar nada con una formación como VOX, con la que perfectamente pueden llegar a acuerdos para combatir la corrupción, aligerar el peso de la Administración autonómica, fomentar la creación de empresas o contribuir desde Andalucía a solventar la gran crisis que afecta a España como nación y como Estado de Derecho por culpa de los separatismos. Como ha señalado Abascal en alguna ocasión, una cosa es que VOX no vaya a ser un "obstáculo" para desalojar a los socialistas y otra que se disponga a ser alfombra –más bien, felpudo– de PP y Cs.

Habrá que confiar en que la sensatez se acabe imponiendo. PP, Cs y VOX son necesarios, están abocados a negociar entre ellos para llevar a Andalucía un cambio que le permita dejar atrás el caciquil y miserabilizador régimen socialista.

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