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EDITORIAL

Enésimo fracaso sindical

Los madrileños no aceptan lecciones sobre política económica y moral de los grandes responsables de la ruina nacional, ni de sus palafreneros.

La que iba a convertirse en una auténtica "marea sindical", capaz de poner en graves aprietos al Gobierno cuestionando su legitimidad, finalmente arracimó a tan sólo sesenta y cinco mil manifestantes según las cifras más optimistas ofrecidas por los responsables del orden público. En otras palabras, en Madrid y provincias limítrofes hubo sindicalistas profesionales, liberados de la obligación de trabajar, que decidieron irse a pasar fuera el fin de semana para prolongar su permanente descanso. El dato lo dice todo sobre la verdadera legitimidad de los convocantes, empeñados últimamente en usurpar la representación democrática que los ciudadanos españoles expresan libremente en las urnas.

La izquierda decidió salir a la calle a protestar contra el Gobierno por la negativa de Rajoy a obedecer sus consignas, agravio intolerable que el socialismo poliédrico se niega a aceptar, digan lo que digan los resultados electorales. Culpables del brutal deterioro que padece la sociedad española, socialistas y comunistas, auxiliados por sus sindicatos afines, no tienen reparo en erigirse como los únicos capaces de revertir una situación que ellos mismos han provocado aplicando su destructiva ideología durante ocho larguísimos años.

Los ciudadanos saben de sobra que la situación general es grave, y muchos de ellos, por desgracia, lo están sufriendo en sus vidas de manera especialmente dolorosa:ahí están las pavorosas cifras de desempleo. Asimismo, son conscientes de que la gestión de la crisis por parte del Gobierno de Rajoy es manifiestamente mejorable, habida cuenta de su renuencia a acometer la imprescindible reducción del aparato del Estado; a cambio, ha optado por socavar aún más la economía de familias y empresas elevando abusivamente la presión fiscal que han de soportar.

Ahora bien, junto a la constatación de esos errores, que aquí jamás dejaremos de censurar, parece existir un acuerdo general en que lo que menos necesita España en la situación en que se encuentra es, precisamente, ahondar en las recetas socialistas, que tanto daño han causado y siguen provocando a nuestra economía. El hecho de que los integrantes de esas organizaciones erigidas en conciencia colectiva de todos los españoles vivan precisamente del dinero de los ciudadanos a través de los impuestos convierte sus protestas en poco más que una excusa para mantener unos privilegios intolerables, que sus víctimas, todos los contribuyentes, están ya más que hartas de financiar.

No resulta extraño, por tanto, que sus algaradas callejeras sean cada vez menos secundadas, a pesar de que la situación constituye un perfecto caldo de cultivo. La intentona de este sábado en Madrid ha sido su enésimo fracaso. Los madrileños, con buen criterio, han decidido que no piensan aceptar más lecciones sobre política económica y moral de los grandes responsables de la ruina nacional, ni de sus subvencionados palafreneros. Que cunda el ejemplo.

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