La anunciada desaparición de Batasuna carece de la más mínima importancia, habida cuenta de que los proetarras en Francia han carecido siempre del más mínimo respaldo electoral y en España cuentan con otras siglas con las que se les consiente burlar la supuestamente vigente Ley de Partidos.
En este sentido, la disolución de Batasuna no tiene más transcendencia que la desaparición oficial de Herri Batasuna en 2001, o la que tuvo la disolución de ANV en 2008 en favor de las actuales Bildu y Amaiur, o la que tendría en el futuro la desaparición de estas últimas si decidiesen disolverse en favor de Sortu.
El recurrente y exitoso cambio de siglas del brazo político de la banda terrorista es algo conocido desde los tiempos –casi fundacionales- en los que ETA decidió reestructurarse e infiltrase en los frentes cultural y político. Aquella máxima de la V asamblea de ETA de finales de los sesenta "Cada tiempo exige unas formas organizativas y de lucha específicas" ha resonado este miércoles de forma casi literal en Bayona y en boca de la actual dirigente batasuna Maite Goyeneche cuando ha asegurado que "lo más importante es garantizar la eficacia de nuestra lucha y hacer que los instrumentos políticos que necesitamos se adapten al momento político. Es para responder a esta necesidad por lo que decidimos disolver Batasuna". Y es que, como muy bien ha explicado la dirigente proetarra "las siglas no tienen importancia, continuamos la lucha".
No hace ni tres meses el conocido miembro de la Mesa Nacional de Batasuna-ETA y miembro de del grupo constituyente de Sortu, Joseba Álvarez Forcada, también lo explicaba muy bien al jactarse de cómo los proetarras habían podido nuevamente presentarse a las elecciones municipales, regionales y nacionales y obtener magníficos resultados a través de Bildu y Amaiur.
De hecho, el aun más conocido dirigente batasuno, Arnaldo Otegui, ya en 2005, explicaba muy bien en un libro entrevista Mañana, Euskal Herria, por qué, a pesar de las ilegalizaciones sucesivas hasta entonces (EH, ASB, Aukera Guztiak, EHAK, ANV...) los proetarras habian ido ensayando diversas fórmulas para, pese a todo, estar presente en las elecciones: "Porque nosotros no vamos a regalar nuestra base electoral a nadie. Nos ha costado mucho esfuerzo construir esa base popular. En segundo lugar, para demostrarle al enemigo lo inútil de su estrategia. Y eso ha quedado demostrado".
Si el propio brazo armado de la organización terrorista ya se ha jactado de haber ganado con Bildu "la batalla de la ilegalización", no vamos a insistir en la absoluta irrelevancia que tiene la disolución de Batasuna. Lo único que podemos añadir es la vergüenza que nos causa la desaparición de facto de la Ley de Partidos.
Dada la hipocresía de la clase política española en este asunto, lo único que podemos agradecer a Rajoy y Rubalcaba es que, al menos esta vez, hayan tenido el pudor de no comparecer ante los medios de comunicación para celebrar esta disolución de Batasuna como si de una "buena noticia" o de un "triunfo del Estado de Derecho" se tratara.