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EDITORIAL

No todo vale contra el silencio de Rajoy

Rubalcaba reconoce que no tiene "fuerza parlamentaria" pero se jacta de una "fuerza moral" de la que en realidad él y su partido están aun más faltos.

No seremos nosotros quienes critiquemos a los partidos de la oposición por reclamar la comparecencia de Rajoy para que dé explicaciones en el Congreso sobre el caso Barcenas, comparecencia que Libertad Digital ya ha reclamado en numerosos editoriales. Ahora bien: una cosa es criticar la pasiva actitud que el presidente del Gobierno está manteniendo en este asunto y otra, muy distinta, servirse de ella para organizar números circenses en el Parlamento, tal y como está haciendo buena parte de la oposición, empezando por el PSOE.

Tal es la consideración que merece el desproporcionado anuncio de Rubalcaba de presentar nada menos que una moción de censura en caso de que Rajoy vuelva a no atender su solicitud de comparecencia. Rubalcaba reconoce que no tiene "fuerza parlamentaria" para que triunfe dicha moción, cosa cierta incluso en el improbable caso de que se sumaran a ella todos los partidos de la oposición. Sin embargo, Rubalcaba sí se jacta de tener una "fuerza moral y política" de la que, en realidad, este dirigente y su partido están todavía más faltos. Conviene recordar, a este respecto, la reciente negativa de PSOE e IU a que el Consejo de Gobierno andaluz compareciera en el pleno para dar explicaciones sobre la imputación de veinte altos cargos de la Junta por el caso de los ERE, entre ellos la ex compañera de gobierno de Rubalcaba y ex consejera de Hacienda, Magdalena Álvarez. Por criticable que sea el de Rajoy respecto a Bárcenas, aun es más clamoroso el silencio que Rubalcaba ha mantenido en todo momento ante este asunto de los ERE, que constituye el mayor expolio que haya sufrido nunca un presupuesto público.

Téngase en cuenta, por otra parte, que, por mucho que Rubalcaba diga que lo que él meramente pretende es que "Rajoy deje paso a otra persona", la moción de censura no está contemplada en el reglamento para forzar a un Gobierno a que sustituya a su presidente, sino para cambiar a todo el Ejecutivo por otro en torno a un programa de gobierno alternativo. Tras invocar la presencia de Rajoy en el Congreso, por ser el parlamento sede de la soberanía nacional, ¿va Rubalcaba a comprometerse en dicha moción a permitir que se celebre la consulta secesionista en Cataluña que vendría a quebrar esa soberanía nacional? Lo decimos porque esa es la condición que ha puesto CiU –recientemente condenada por el expolio del Palau– para respaldar cualquier moción de censura. ¿Estaría UPyD dispuesta a envilecer su legítima solicitud de comparecencia de Rajoy respaldando una moción de censura en torno a un programa de Gobierno liderado por Rubalcaba y respaldado por los nacionalistas?

El anuncio de Rubalcaba no tiene recorrido, es una sobreactuación, un numerito circense, que de mantenerlo, corre el riesgo de cosechar un ridículo aun mayor que el que protagonizó Hernández Mancha con su moción de censura contra González. Si por cada vez se hubiera denegado la comparecencia de un presidente de un Gobierno socialista en el Congreso se hubiese planteado una moción de censura, en lugar de las dos que se han vivido en democracia habríamos asistido a más de un centenar.

No menos teatral ha sido el numerito que este martes también han montado los representantes de IU en el Senado, con sus gritos, camisetas y pancartas reivindicativas. Su agit-prop no nos va a hacer olvidar ni su ya citada complicidad en el bloqueo parlamentario en el asunto de los ERE, ni les va a dar a ellos la legitimidad que las urnas le niegan.

Rajoy debe coger el toro por los cuernos en este asunto de Bárcenas y dar más explicaciones para que se despejen las dudas que, más aún que los papeles de un presunto delincuente, está generando el silencio del presidente. Pero, desde luego, no vamos a secundar en ningún caso los numeritos circenses de quienes tratan de pescar en río revuelto lo que no obtienen en las urnas.

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