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EDITORIAL

¿Por fin Rajoy?

Millones de españoles le votaron para que aplicara las medidas contenidas en el programa electoral al que dieron su conformidad de forma tan rotunda.

Este fin de semana hemos publicado una pieza de Pablo Montesinos titulada "Las tareas pendientes para Rajoy en 2014". Que se podrían resumir en una sola: aplicar de una vez el programa del Partido Popular, con el que obtuvo una abrumadora mayoría absoluta hace sólo dos años, aunque parece que haya pasado un siglo, por lo dura que es la situación que atraviesa el país y el tremendo cambio que ha experimentado el PP, que tiene a vastos sectores del panorama liberal-conservador cuando menos estupefactos y no pocas veces indignados.

El Gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy se está caracterizando por el perfil bajo que viene adoptando ante los nacionalismos, en pleno desafío secesionista en Cataluña y en plena operación de copamiento filoetarra de las instituciones en el País Vasco, y por la traición a los principios y políticas liberal-conservadores en áreas tan sensibles como la economía, donde está adoptando medidas profunda y demoledoramente socialistas, como las subidas salvajes de impuestos.

Fuera del infame Congreso búlgaro de Valencia, a Mariano Rajoy Brey nadie le ha extendido un cheque en blanco para que haga lo que se le antoje. Mariano Rajoy Brey es un ciudadano español al que millones de ciudadanos españoles votaron para que los representara, esto es, para que aplicara las medidas contenidas en el programa electoral al que dieron su conformidad de forma tan rotunda. Por decencia, por dignidad, debería de una vez hacer lo que se le pidió que hiciera. Por decencia y por dignidad, no por oportunismo electoralista, que por otra parte ha demostrado no dominar de ninguna de las maneras, como quedó de manifiesto en las inefables elecciones autonómicas andaluzas, que como siempre se saldaron con el fracaso de Javier Arenas.

El que viene va a ser un año especialmente tenso en los planos económico, político y nacional. Razón de más para exigir al presidente del Gobierno que esté a la altura del cargo que ocupa y gobierne con firmeza, decisión y guiado por las ideas y principios que lo llevaron donde está. Esa rectificación no sería de agradecer, pues sólo faltaría dar las gracias a un político por que por fin se decidiera a cumplir con su deber, sino un acto de justicia para con la ciudadanía.

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