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Eduardo Goligorsky

Buffet libre para los malversadores

El espectáculo es tan repulsivo que incluso los catalanistas de buena fe se sienten obligados a desnudar sin eufemismos las miserias de los rebeldes.

El espectáculo es tan repulsivo que incluso los catalanistas de buena fe se sienten obligados a desnudar sin eufemismos las miserias de los rebeldes.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, lleva los PGE al Congreso | EFE

El mismo tribunal regional benévolo de Schleswig-Holstein que rechazó los cargos de rebelión y sedición contra el fugitivo Carles Puigdemont, reconoció que era posible extraditarlo por el delito de malversación. Al juez Pablo Llarena no le pareció suficiente y retiró la euroorden de detención y entrega. Igualmente, quedó en pie la sentencia generosa: ni rebelde, ni sedicioso, pero sí malversador. Vale.

Traficante de sobornos

Basta echar una mirada al aquelarre que erosiona Cataluña para comprobar que la malversación es un delito que el gobierno regional practica empecinadamente en su campaña de desguace del Estado. La repúblika mostrenca desangrada por una política retrógrada, los cónclaves conspirativos con un gobierno paralelo emboscado fuera de nuestras fronteras, el colosal aparato de propaganda golpista, la proliferación de colectivos facciosos, el reclutamiento de gamberros encapuchados para que aprieten a opositores y blandengues y bloqueen la vida normal de la gente pacífica, la manada de mercenarios que viaja por el mundo con falsas credenciales diplomáticas para difamar a su país que es España, los derroches de los sibaritas prófugos, las movilizaciones de masas regimentadas… todo esto solo se puede financiar desviando sumas ingentes de dinero de las arcas públicas hacia los fondos de reptiles, con el consiguiente perjuicio para la sanidad, la educación, la seguridad y los servicios sociales.

Y aquí es donde hace su entrada en escena el traficante de sobornos Pedro Sánchez. Ofrece la bonita cantidad de 2.051 millones de euros a cambio de que los golpistas aprueben sus presupuestos y le permitan usufructuar la poltrona de la Moncloa y la cabina del Falcon hasta el 2020. Con buffet libre para los malversadores insaciables, que disfrutarán del opíparo banquete sin control del Gobierno. Un cambalache que deja al descubierto la catadura moral del sobornador. Y también de los sobornados potenciales. Ahí están los capitostes de ERC y el PDECat tirándose los trastos a la cabeza -tanto entre las cúpulas como dentro de estas- para resolver si aprobarán o no la tramitación de los presupuestos, primero, y su aplicación, después. Hasta la Juana de Arco del supremacismo, Pilar Rahola, se avergüenza ("Desbarajuste", LV, 11/1/2019):

Sin embargo, a diferencia de otras veces, la fractura no divide solo a los dos partidos de la coalición, sino a cada uno de ellos en el interior de sus familias. (…) Todo parece un gran disparate. Quizás sería hora que el independentismo saliera de casa con los deberes hechos y dejara de parecer un club de aficionados.

Espectáculo repulsivo

El espectáculo es tan repulsivo que incluso los catalanistas de buena fe, que buscaban una tercera vía entre los contendientes, se sienten obligados a desnudar sin eufemismos las miserias de los rebeldes. Es significativo que el conciliador nato Juan-José López Burniol emplee los conceptos "golpe de Estado" y "estado de necesidad" en el contexto del alzamiento secesionista ("En defensa del Estado", LV, 12/1/2019):

La actual crisis del Estado español es profunda y grave, como lo prueba el hecho de haber sufrido un golpe de Estado (los días 6 y 7 de septiembre del 2017) protagonizado por autoridades y funcionarios públicos del mismo Estado. (…) Habida cuenta de la existencia en el marco parlamentario español de diversas fuerzas políticas que han manifestado su propósito explícito de derrocar el "régimen del 78", nos hallamos en un "estado de necesidad" que justifica la urgencia de un pacto de los partidos constitucionalistas superador de las diferencias entre derecha e izquierda.

El autor, que conoce el paño de la élite que lo lee, acota con ironía:

Doy por descontados el repudio y la rechifla con que será recibido este artículo.

Metodología embaucadora

No se equivoca López Burniol. Todo análisis racional de la realidad está condenado de antemano a que las redes sociales lo castiguen con una andanada de mentiras y agravios elaborados en los gabinetes del agitprop secesionista. Como sucede a menudo, es Pilar Rahola quien retrata, con precisión de experta practicante, la metodología embaucadora que ella y sus cofrades emplean, atribuyéndosela a sus adversarios ("La antimodernidad", LV, 10/1/2019). No es la derecha, como ella acusa, sino el conglomerado hispanófobo que la cuenta en sus filas el que:

Se mueve con gran habilidad en las nuevas formas de comunicación, allí donde la repetición sistemática de la mentira se convierte en una verdad irrefutable. ¡Qué visionario fue Goebbels, y qué partido le sacaría a Internet! (…) Y en el momento en que una falsedad poderosa se convierte en una cadena de mensajes que llegan a cualquier rincón de nuestros iPads, móviles y etcétera, la posibilidad de desmentir la falacia es casi nula. Si además, las mentiras sostienen posiciones maximalistas, siempre tan fáciles de vender como imposibles de aplicar, la suma se convierte en una poderosa fuerza ideológica.

¡Vaya si lo saben los inventores del "España nos roba", que los discípulos etnocentristas de Goebbels lanzaron a los cuatro vientos, ahora sí, sacándole partido a Internet!

Tomadura de pelo

Una nueva patraña machaca la mente de los desinformados. El siempre cáustico Joaquín Luna no soportó la tomadura de pelo y lo que desenmascaró ("Del fraude del 3% al timo del 80%", LV, 2/1/2019) fue precisamente el timo mayúsculo que cito a continuación:

El sonsonete de que el 80% de catalanes "son y se sienten republicanos" o "quieren ejercer nuestro derecho a la autodeterminación" mencionado por el president Torra en su discurso de Fin de Año.

(…)

Se necesita desfachatez para sostener el mantra del 80% cuando desde el año 2012 los electores catalanes hemos votado (agárrense) tres elecciones al Parlament (2012, 2015 y 2017), dos generales españolas (2015 y 2016), y unas municipales en el 2015 (el independentismo pierde Barcelona). Ni una de ellas permite proyectar un 80% de nada.

(…)

El uso y abuso del mágico 80% -de lo que sea- tiene un fin y sorprende que una parte de la sociedad se lo trague y repita sin más: ocultar que el independentismo jamás ha alcanzado el 80%. Menos porcentajes eróticos y más realismo político.

Rufianes a dieta

El realismo político se expresa a través de la última encuesta del Gabinet d´Estudis Socials i Opinió (GESOP): solo el 42,4% de los consultados se declaró partidario del referéndum de independencia (El Periódico, 30/10/2018). Casi la mitad del quimérico 80%.

Ha llegado la hora de que las urnas devuelvan al anfitrión de la marabunta tribal a las alcantarillas de donde nunca debería haber salido, y de que esas mismas urnas veten el acceso de los voraces rufianes al buffet libre y los pongan a dieta con la versión más espartana del menú 155.

PS: Joan Tapia defiende la cuantiosa inversión del Estado en Cataluña con el argumento de que está destinada a favorecer el crecimiento de la comunidad autónoma, y critica con dureza a quienes la impugnan. ("La gimnasia y la magnesia", El Confidencial, 16/1/2019). ¡Se equivoca! La inversión en danza no llegaría a una comunidad autónoma sino a un aborto de repúblika, cuyos caciques la aprovecharían para engordar el presupuesto de la subversión. Al aprendiz de Maduro enrocado en la Moncloa y a los caciques chantajistas les importan un rábano el crecimiento de Cataluña y el bienestar de sus ciudadanos sometidos, ambos, Cataluña y ciudadanos, a una escandalosa operación de empobrecimiento económico y moral.

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