Menú
Emilio Campmany

El cheque en blanco chino

Una derrota de Rusia en Ucrania sería también una derrota de China o, mejor, una derrota de Xi Jinping.

Una derrota de Rusia en Ucrania sería también una derrota de China o, mejor, una derrota de Xi Jinping.
El presidente chino, Xi Jinping, recibe a su homólogo Vladimir Putin, antes de mantener un encuentro, el 4 de febrero de 2022. | Europa Press/Kremlin/dpa

A Alemania se la hizo responsable de la Primera Guerra Mundial por haber dado un "cheque en blanco" a Austria para saldar cuentas con Serbia. Sin ese cheque, Austria no se habría atrevido a intervenir por temor a que Rusia saliera en defensa del pequeño reino eslavo. Berlín confió en que, habiendo mostrado su inequívoco respaldo a Viena, Moscú no se atrevería a acudir en socorro de Belgrado. Hoy, Rusia quiso castigar a Ucrania y pidió respaldo a China. Pekín se lo dio en la confianza de que los ucranianos no serían capaces de defenderse. Ahora ve como Moscú es incapaz de ganar una guerra que Pekín ayudó a desencadenar. La única diferencia entre ambas situaciones es que, en 1914, Rusia intervino directamente para defender a Serbia y estalló la Primera Guerra Mundial. Hoy, la OTAN no ha intervenido en Ucrania, más que para enviar armas, y eso ha evitado que se inicie la Tercera.

Pero eso no quita para que el cheque en blanco dado en su día no pueda tener graves consecuencias. Si Rusia vence o logra presentar su retirada como una victoria por reconocer Kiev la independencia del Dombás y la anexión rusa de Crimea, no hay problema. Pero, y ¿si Rusia pierde? Una derrota suya sería, tras el cheque en blanco, también una derrota de China o, mejor, una derrota de Xi Jinping. Y, para evitarla, Pekín podría estar dispuesto a ayudar a Moscú más de lo que lo ha estado hasta ahora. Ya, ¿pero cómo? El envío de armamento podría no ser suficiente. Los problemas rusos en Ucrania no son tanto de falta de material como de incompetente manejo del mismo. Por otra parte, cuánto más se involucre China, más responsable será de la derrota, si no acierta a evitarla. Luego, está la reacción de Occidente. El comercio internacional con China, la fuente de casi todos sus ingresos, está hoy por hoy a salvo gracias a la estudiada ambigüedad que Pekín mantiene en el asunto de la guerra con alguna complicidad occidental. Pero, si decide intervenir de un modo más directo, las sanciones se extenderán al país asiático.

Claro que la alternativa no es agradable. Permanecer impasible mientras Moscú pierde una guerra frente a una potencia de tercera significa permitir que lo que en Occidente se consideraba como un temible aliado potencial de China sea visto ahora como un tigre de papel. El bloque de los regímenes autoritarios que lideran China y Rusia, en la medida en que exista, se vería inevitablemente debilitado.

Llegados a este punto, la solución más acorde con los intereses chinos es que Pekín medie para tratar de alcanzar una solución negociada que evite la derrota rusa. Claro que, para hacer tal cosa, tendría que desdecirse ante Moscú del cheque en blanco dado en su día. Y eso es muy difícil que lo haga Xi, salvo que el Partido Comunista Chino lo sustituya por otro líder ahora que hay que renovarle en el cargo. Van a pasar muchas cosas, ya veremos cuáles.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios