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Emilio Campmany

¿Quiere Casado salvar a Sánchez?

Sánchez ha demostrado estar dispuesto a llevar el país al desastre con tal de presidirlo. Salvarle sería una grave deslealtad con los votantes del PP.

Sánchez ha demostrado estar dispuesto a llevar el país al desastre con tal de presidirlo. Salvarle  sería una grave deslealtad con los votantes del PP.
Pablo Casado. | Europa Press

Sánchez se encuentra en estado de shock. A nadie se le ocurre culpar a los electores de equivocarse en la urna. Echarle una bronca al votante nunca ha sido la mejor manera de recuperar su favor. Enrabietado, ha comunicado urbi et orbi que piensa subir los impuestos a todo bicho que ande, repte o nade. Tampoco ha sido nunca muy electoralista sangrar a quienes te tienen que votar.

Sigue culpando a Madrid de todo lo malo que le pasa a España, como de que los británicos nos borren de su mapa turístico, cuando no es cierto que Madrid sea responsable de nada, pues, de haberlo sido, se habría limitado a esta comunidad la prohibición de viajar. Lo prueba el que los ingleses han salvado a Canarias y podían, si hubieran querido, exceptuar otras comunidades menos Madrid. Pretende también acusar a esta región de una rebeldía similar a la que los españoles hemos tenido que soportar con los independentismos catalán y vasco. Con ser un planteamiento increíble, algún margen de credibilidad podría haber tenido si Sánchez no hubiera estado durante toda la legislatura ansioso de entenderse con esos rebeldes catalanes y vascos con los que compara a los madrileños. Si puede entenderse con ellos, ¿por qué no también con los díscolos madrileños? Por otra parte, desde que se comprobó cuán rentable puede ser para una región tener un partido nacionalista con el que chantajear al Gobierno de turno, casi todas han vivido esa tentación, menos Madrid, que es la que menos puede ser acusada de tener esas veleidades, a pesar de que podría salir muy beneficiada de extorsionar al presidente de la nación como tantas veces han hecho los nacionalistas vascos y catalanes.

Se ha empeñado en convocar primarias en el PSOE de Andalucía en el único momento en que tiene cierto peligro de perder. Hasta tal punto es así que ha tenido que pedir paciencia a los de Esquerra en lo de los indultos hasta que quede resuelto ese frente, como si los socialistas andaluces no supieran que Sánchez se propone encontrar el camino de que los golpistas queden libres de toda culpa. Esas primarias las tenía ganadas cuando se creía, él y el resto de los socialistas, que era invencible. Ahora ya no está tan claro. Hasta Rufián se le ha subido a las barbas y le ha cantado las verdades del barquero cuando le ha espetado que cree más en su necesidad que en su voluntad, anunciándole que piensa exprimirlo como a un limón.

Lo que sería increíble en esta situación de enojada debilidad es que Casado se aviniera a echarle un salvavidas y pactar con él nada, mucho menos la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Sánchez ha demostrado estar dispuesto a llevar el país al desastre con tal de presidirlo. Salvarle de cualquier modo o manera sería una grave deslealtad con los votantes del PP, especialmente con los de Madrid, que sobre todo votaron contra Sánchez, no tanto por Ayuso y mucho menos a favor de Casado.

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