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Emilio Campmany

Rajoy hasta el final

El empeño por plantear una y otra vez la disyuntiva de "O yo o el caos" ha terminado por arrojarnos al caos.

El empeño por plantear una y otra vez la disyuntiva de "O yo o el caos" ha terminado por arrojarnos al caos.
Mariano Rajoy | EFE

Mariano Rajoy es el máximo responsable de lo que nos espera. Es evidente que Pedro Sánchez lo es también. Como igualmente tiene alguna culpa el propio PSOE, al permitir a su secretario general hacer lo que en otra ocasión le impidió, castigándole además con la expulsión de la dirección del partido. Pero es Mariano Rajoy el principal causante de lo que ocurra a partir de ahora. El empeño por plantear una y otra vez la disyuntiva de "O yo o el caos" ha terminado por arrojarnos al caos.

No es necesario recordar la montaña de irresponsabilidades que acumula Rajoy, y que van desde laminar a toda figura de su partido que pudiera disputarle el liderazgo, rodeándose de mediocres y mindundis, hasta insistir en ser el único posible presidente de un Gobierno popular a pesar de haber dirigido al PP durante buena parte de la era Bárcenas. Pero su negativa a dimitir pese a ser el único modo de frustrar, al menos por el momento, el infortunio que significa un Gobierno apoyado por golpistas separatistas catalanes y filoetarras es quizá su mayor traición.

¿Y por qué? Alegan que da igual porque, una vez dimitido, Sánchez seguiría contando con los mismos apoyos que ahora y acabaría igualmente siendo presidente del Gobierno, mucho más cuando en tal caso tan sólo sería necesaria la mayoría simple para ser investido. Es cierto, pero, para empezar, con la perspectiva de unas inevitables elecciones en caso de no prosperar la investidura en vez de la alternativa de que siga gobernando el PP, no es descartable que algunos de los que hoy le apoyan dejaran de hacerlo. Y, sobre todo, daría tiempo a que el PSOE pudiera evitar la desgracia que para le supondrá haber accedido al poder sin elecciones y llevado en volandas por los enemigos de España. Y, en cualquier caso, por pequeña que fuera la probabilidad de evitar la calamidad que nos acecha, hubiera merecido la pena intentarlo.

La única razón para no hacerlo es porque de este modo Rajoy puede seguir al frente del PP y ser su candidato en las próximas elecciones generales, cosa que tendría mucho más difícil de lograr de haber dimitido. Dicho de otro modo, tendremos que pasar al país por la túrmix de Sánchez únicamente para que Rajoy tenga la posibilidad de seguir en política y conserve la esperanza de volver a la Moncloa.

Esta actitud no es sólo letal para el futuro su partido. Allá sus miembros si se dejan dirigir por gente de esta calaña. Y no es sólo irresponsable por anteponer los propios intereses a los de la nación. Ambas afirmaciones pueden decirse de muchas de las cosas que Rajoy ha hecho hasta ahora. Pero lo de hoy va más allá. Es un comportamiento profundamente antipatriótico porque sacrifica a toda una nación a cambio de la remota oportunidad de obtener un improbable beneficio. Nunca le hemos importado los españoles nada. Pero al menos podía haber tenido el decoro de no escupirnos su desprecio a la cara.

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