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Emilio Campmany

¿Y si el Brexit saliera bien?

¿Y si Gran Bretaña demuestra, no sólo que hay vida fuera de la UE, sino que además puede ser muy buena?

¿Y si Gran Bretaña demuestra, no sólo que hay vida fuera de la UE, sino que además puede ser muy buena?
EFE

Se da por hecho que un Brexit sin acuerdo será un desastre para Gran Bretaña. A corto plazo, es incontestable que así será. Pero ¿cómo estará el Reino Unido dentro de cinco o diez años? A la UE le conviene que la debacle continúe para que sirva de ejemplo a quienes pudieran estar tentados de irse. Sin embargo, ese negro futuro para los ingleses no está ni mucho menos asegurado. Las islas son una de las economías más liberales de Europa. El aflojamiento de los cordones del rígido corsé europeo podría hacerla despegar formidablemente. No es el resultado más probable, pero está lejos de ser imposible.

Europa ha venido exigiendo a sus miembros la aplicación de unas recetas económicas que beneficiaban casi siempre a Alemania y de vez en cuando a Francia. Es verdad que Mario Draghi ha protegido a Italia y de paso a los países del Sur, incluido el nuestro, con su política de compra de deuda pública, pero es imposible seguir haciendo eso indefinidamente. El Consejo Europeo, integrado por los Gobiernos de los 28, ha venido imponiendo a los respectivos Parlamentos una legislación supuestamente protectora de los consumidores que es cada vez más intervencionista y que tan sólo provoca un incremento artificial de los costes de bienes y servicios. Los gobernantes que no son socialdemócratas o democratacristianos, elegidos libremente por sus pueblos, son tachados inmediatamente de populistas y sus países, sometidos –muchas veces injusta e ilegalmente– a la disciplina comunitaria. Todo lo cual no impide que prófugos de la Justicia española, acusados del gravísimo delito de intentar subvertir desde puestos de gobierno la legalidad constitucional, encuentren cobijo en los territorios de nuestros hipotéticos socios, con los que se dice que compartimos un acervo legal. Reino Unido está a punto de librarse de todo esto. Y es probable que lo pague muy caro, sobre todo durante los primeros años. Pero ¿y luego?

Si la economía británica se desregulariza sin poner en peligro el Estado de Derecho y el imperio de la ley, persevera en la liberalización; si el Reino Unido conserva la suprema soberanía de su Parlamento y continúa siendo refugio de talentos, podría muy bien llegar a crecer económicamente a paso más vivo de lo que lo haga la anquilosada UE. Y si efectivamente lo logra, a ver quién, salvo Alemania y Francia, va a querer seguir perteneciendo a un club donde cuesta un riñón amparar la agricultura francesa y permitir que los alemanes nos vendan lo mucho que fabrican.

Para España, pertenecer a la UE podría llegar a no tener beneficios económicos. Pero es evidente que seguiría proporcionándonos importantes intangibles como el de la estabilidad política, un bien que tanto valoramos por las muchas veces que nos ha faltado. Eso puede compensarnos seguir como lo que somos, un socio de segunda. Pero puede que esa situación de relativo sometimiento deje de ser soportable para países como Italia y Polonia si Gran Bretaña demuestra, no sólo que hay vida fuera de la UE, sino que además puede ser muy buena.

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