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Emilio Campmany

¿Y si gana Le Pen?

No es probable que gane Le Pen, pero si lo hace cambiarán muchas cosas en Francia y en Europa. Y por supuesto en España.

No es probable que gane Le Pen, pero si lo hace cambiarán muchas cosas en Francia y en Europa. Y por supuesto en España.
Marine Le Pen | EFE

El próximo domingo tendrá lugar la primera vuelta de las presidenciales francesas. Lo más probable es que Macron tenga que medir sus fuerzas con Marie Le Pen. En principio, el actual presidente lo tiene fácil, pero hay varios factores que juegan en su contra. Es cierto que la derecha está muy dividida, pero en conjunto tiene casi el mismo respaldo que Macron y la izquierda juntos. Si sus votantes se reagrupan detrás de Le Pen en la segunda vuelta, ésta podría superar al actual presidente. Esto es relativamente probable porque la derecha tradicional, que en 2017 votó a Macron en la segunda vuelta, se ha visto decepcionada por él. El presidente llega además muy desgastado por la torpe gestión de la pandemia. Encima, la guerra de Ucrania no ha evitado que primen los temas nacionales, básicamente la crisis económica que, como en España, está pagando la clase media. Y, por encima de todo, Le Pen ha moderado, no sabemos si sinceramente, su discurso. Ha abandonado el euroescepticismo, se ha desligado de Putin, le ha cambiado el nombre a su partido y ha renegado de su padre. Conserva sus mensajes contrarios a la inmigración, pero éste es un tema que le da más votos de los que le quita, incluso entre algunos inmigrantes, que una vez establecidos ven con temor la llegada de otros nuevos. Y promete medidas económicas en favor de la clase media, a la que Macron tiene muy descuidada. Para colmo, el intento del macronismo de colocar a un poderoso candidato a la derecha de Le Pen, el incendiario Éric Zemmour, ha servido sobre todo para centrar la imagen de la candidata de Reagrupamiento Nacional. Y los votos que le reste en la primera vuelta volverán a ella en la segunda.

De modo que Le Pen puede ganar. Para Francia sería desde luego una revolución. Y para el resto de Europa también. El eje París-Berlín podría romperse, ahora que allí gobiernan los socialistas en coalición con verdes y liberales. El Estado de derecho europeo, que hoy Bruselas identifica con las ideas compartidas por socialdemócratas y democratacristianos, tendría que ser revisado, salvo que quisiera meter a Francia en el mismo saco de Hungría y Polonia. Si además la gestión de Le Pen resultara eficaz en lo económico, otros electores europeos podrían atreverse a votar partidos del corte del de Le Pen, especialmente en el Sur de Europa. Y todo en un ambiente de contracción de la globalización que tan dependientes nos ha hecho de dictaduras como la rusa y la china. El diálogo atlántico se complicaría. Si Francia nunca fue un socio fiable por lo que le disgusta la presencia norteamericana en Europa desde los tiempos de De Gaulle, Le Pen tendería mucho más que ahora hacia una política exterior distinta de la de Washington. Eso contrastaría con la de los países de Europa Central y Oriental, incluida Alemania, que desean hoy estar bajo el paraguas estadounidense más que nunca. También sería más difícil articular una política exterior común en la Unión Europea.

No es probable que gane Le Pen, pero si lo hace cambiarán muchas cosas en Francia y en Europa. Y por supuesto en España.

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