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Eva Miquel Subías

'God bless her'

Admito que si hay algo que me gusta realmente de la expresidenta de la Comunidad de Madrid es su entusiasmo. Me chifla. No lo puedo evitar.

Pues no me he podido finalmente resistir. Ya ven. Lo cierto es que le dediqué una columna en estas mismas páginas no hará más de un par de años, ha sido una referencia en numerosas ocasiones y cualquier excusa ha sido suficiente para recurrir a algunas de sus contundentes citas.

Con lo que pensé que ya le había dedicado a Margaret Thatcher suficientes halagos en vida, que son, al fin y al cabo, los que dejan constancia. Pero el miércoles por la tarde, cazo al vuelo y de casualidad a Esperanza Aguirre, quien nos relata, a través de las ondas, con todo lujo de detalles y entusiasmo el funeral en Westminster.

Admito que si hay algo que me gusta realmente de la expresidenta de la Comunidad de Madrid es su entusiasmo. Me chifla. No lo puedo evitar. Me contagia su pasión al exponer cualquier asunto, se trate éste del que se trate.

Y en esta ocasión ha hecho lo propio al referirse al sermón con el que el obispo de Londres, Richard Chartres, deleitó a los más de dos mil invitados, cuya representación española estaba compuesta por la misma Aguirre, el ministro de Asuntos Exteriores, los expresidentes de Gobierno Felipe González y José María Aznar, así como por el embajador de España en Londres, Federico Trillo.

Sigo con ella, pues. Aguirre, que ha asistido en calidad de Dama Comendadora de la Real Orden del Imperio Británico, cuya tan distinguida condecoración tan sólo la ostentan en España ella misma y Plácido Domingo, ha aprovechado para, al tiempo que ensalzaba la calidad de las palabras del obispo de Londres, tirar una chinita a nuestra Iglesia católica española, a cuyos representantes les ha venido a decir que ya podrían aprender de las dotes "oratorias" de los británicos. Aunque una servidora cree que en el lote ha querido introducir alguna que otra recomendación y sugerencia extra.

De la misma manera que al referirse a la solidez ideológica de la ex primera ministra británica, ha querido enfatizar aquello por lo que más destacó. Y es a las agarraderas que tenía con respecto a sus creencias y principios. Sin lugar a dudas. En ése énfasis se ha recreado un pelín, ustedes ya saben.

De hecho, con Maggie se ponía en clara evidencia aquello de que los principios sólo significan algo cuando nos agarramos a ellos cuando resultan más inconvenientes. Qué bien nos lo dijo, por cierto, Joan Allen en The Contender.

Aunque, así, entre nosotros, últimamente me acuerdo a menudo de las palabras del psicoterapeuta Alfred Adler, al referirse a los principios como algo por lo que resulta más fácil luchar que vivir de acuerdo con ellos.

En esta ocasión, el entusiasmo de Esperanza Aguirre con respecto a la defensa de Thatcher como mujer que realmente luchó y garantizó en buena medida la libertad en Europa, se añadió al mío. Así que fíjense. Demoledor.

Y que Dios la bendiga. Por cierto.

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