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CENTROAMÉRICA

La economía y la crisis hondureña

La crisis política en Honduras está generando problemas económicos en Centroamérica; problemas derivados de confundir un asunto eminentemente político con lo comercial. El comercio, el transporte, la producción y el proceso de integración centroamericana han disminuido y retrocedido en estos últimos meses; sin embargo, en un periodo de crisis económica como el actual, tendríamos que liberar el comercio al máximo.

La crisis política en Honduras está generando problemas económicos en Centroamérica; problemas derivados de confundir un asunto eminentemente político con lo comercial. El comercio, el transporte, la producción y el proceso de integración centroamericana han disminuido y retrocedido en estos últimos meses; sin embargo, en un periodo de crisis económica como el actual, tendríamos que liberar el comercio al máximo.
Cuando ocurrió el derrocamiento de Manuel Zelaya, el 28 de junio, el resto de los presidentes centroamericanos rápidamente vociferaron su amenaza de elevar barreras comerciales contra Honduras. El 29 y 30 de junio Guatemala, El Salvador y Nicaragua (junto con Honduras conforman el grupo CA-4) cerraron sus fronteras con Honduras al objeto de impedir el tránsito de personas y mercadería de y hacia este país, lo que provocó pérdidas millonarias a los comerciantes y transportistas, pero especialmente a los consumidores. De hecho, pronto revocaron la medida, presionados por las distintas organizaciones empresariales y luego de que se les volviera a explicar que, en un mundo globalizado, la conexión con otras economías es imperativa para la continuidad del crecimiento económico. 

Los continuados toques de queda del gobierno de Honduras también han limitado el tránsito interregional de mercaderías y personas. Según Jorge Dabdoub, presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de El Salvador, dijo en una entrevista a la agencia EFE que su país perdió 3,2 millones de dólares con el cierre fronterizo de 48 horas, y alrededor de 1.6 millones diarios en exportaciones avícolas y similares cuando el toque de queda en Honduras abarca horas laborales. También se pierde cerca de un millón de dólares debido a la imposibilidad de importar productos de la canasta básica, lácteos o suministros para la industria textil.

Honduras es uno de los principales socios comerciales de los otros miembros del CA-4, pero es que además tiene el puerto más importante de la región, Puerto Cortés, por donde transita el grueso de la importación-exportación de la zona. Con las fronteras clausuradas, los agentes de los países vecinos no podían exportar sus productos ni importar bienes y suministros, mientras Honduras seguía moviendo su comercio extrarregional.

Después de muchos de intentos infructuosos de utilizar las aduanas como elementos punitivos, los políticos vuelven a darse cuenta de que se trata de una medida tan inteligente como el escupir para arriba: con ello sacrificaban el bienestar de sus ciudadanos, ya que las economías están muy relacionadas, y esas relaciones no las pueden romper desde sus casas presidenciales con sus varitas mágicas.

A petición del Gobierno de España, los miembros de la Unión Europea se reunieron en los últimos días de agosto para discutir el apartamiento de Honduras de las negociaciones relacionadas con el acuerdo de asociación UE-Centroamérica. Sorpresivamente, los españoles se quedaron solos: el resto de los países y la Comisión Europea decidieron no mezclar temas políticos y comerciales, y la Unión optó por no aislar a Honduras.

Aunque el acuerdo con la UE ni siquiera se aproxima a una apertura comercial que permita la libre circulación de productos y servicios, los europeos comprendieron la importancia de no mezclar la presión política y el comercio, pues en ese caso se cae en un juego donde todos pierden.

Ahora es tiempo de que nosotros mismos lo entendamos y pongamos fin a los toques de queda y las sanciones externas que castigan a todos en la región: la política es una cosa y la supervivencia económica, otra.


© International Policy Network

GUILLERMO PEÑA PANTING, coordinador de Programas para América Latina del International Policy Network (Londres).
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