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Siete lecciones taiwanesas

Taiwán es una isla más pequeña que Costa Rica y casi tan poblada como Venezuela. No tiene petróleo ni riquezas naturales. En 1949 era más pobre que Honduras y estaba más tiranizada que Haití. Hoy es una democracia estable dos veces más rica que Argentina.

¿Hay alguna lección que aprender? Por lo menos, siete. Chávez, Correa, Ortega, Morales y Raúl Castro, los cinco jinetes del Apocalipsis del siglo XXI, deberían prestar atención.

– Primera lección: no hay destinos inmutables

En cuatro décadas, Taiwán logró superar la tradicional pobreza y despotismo que sufría desde hacía siglos hasta convertirse en una nación del Primer Mundo con un per cápita de 37.900 dólares anuales (medido en paridad de poder adquisitivo). Este milagro económico se llevó a cabo en sólo dos generaciones. La pobreza o la prosperidad son electivas en nuestra época.

– Segunda lección: la Teoría de la Dependencia es totalmente falsa

Las naciones ricas del planeta –el llamado centro– no han asignado a los países de la periferia económica el papel de suministradores o abastecedores de materias primas para perpetuar la relación de vasallaje. Ningún país (salvo la China continental) ha intentado perjudicar a Taiwán. Esa visión paranoica de las relaciones internacionales es mentira. No vivimos en un mundo de países verdugos y países víctimas.

– Tercera lección: el desarrollo puede y debe ser para beneficio de todos

Pero el reparto equitativo de la riqueza no se logra redistribuyendo lo creado, sino agregando valor paulatinamente a la producción. Los taiwaneses pasaron de tener una economía agrícola a otra industrial, pero lo hicieron mediante la incorporación de avances tecnológicos aplicados a la industria. El obrero de una fábrica de chips gana mucho más que un campesino dedicado a cosechar azúcar porque lo que él produce tiene un valor mucho mayor en el mercado. Esto explica que el Índice Gini –el que mide las desigualdades– de Taiwán sea un tercio mejor que el del promedio latinoamericano. Sólo el 1,16% de los habitantes de ese país cae por debajo del umbral de la pobreza extrema.

– Cuarta lección: la riqueza en Taiwán es fundamentalmente creada por la empresa privada

El Estado, que fue muy fuerte e intervencionista en el pasado, se ha ido retirando de la actividad productiva. El Estado no puede producir eficientemente porque no está orientado a satisfacer la demanda, generar beneficios, mejorar la productividad e invertir y crecer, sino a privilegiar a sus cuadros y a fomentar la clientela política.

– Quinta lección: en el muy citado comienzo de Ana Karenina, Tolstói asegura que todas las familias felices se parecen unas a otras. La observación se puede aplicar a los cuatro dragones o tigres asiáticos: Taiwán, Singapur, Corea del Sur y Hong-Kong

Aunque han tomado caminos parcialmente distintos hacia la prosperidad, comparten estos cinco rasgos:

1) Han creado sistemas económicos abiertos basados en el mercado y en la existencia de la propiedad privada.

2) Los Gobiernos mantienen la estabilidad cuidando las variables macroeconómicas básicas: inflación, gasto público, equilibrio fiscal y, en consecuencia, el valor de la moneda. Con ello potencian el ahorro, la inversión y el crecimiento.

3) Han mejorado gradualmente el Estado de Derecho. Los inversionistas y los agentes económicos cuentan con reglas claras y tribunales confiables que les permiten hacer inversiones a largo plazo y desarrollar proyectos complejos.

4) Se han abierto a la colaboración internacional, jugando fuertemente la carta de la globalización, apostando por la producción y exportación de los bienes y servicios en que son competitivos, y no por el nacionalismo económico, que postula la sustitución de importaciones.

5) Han puesto el acento en la educación, en la incorporación de la mujer al sector laboral y en la planificación familiar voluntaria.

– Sexta lección: un país gobernado por un partido único de mano fuerte puede evolucionar pacíficamente hacia la democracia y el multipartidismo sin que la pérdida del poder traiga persecuciones o desgracias a quienes lo venían detentando

La esencia de la democracia es ésa: la alternabilidad y la existencia de vigorosos partidos de oposición que auditan, revisan y critican la labor del Gobierno. La prensa libre es beneficiosa.

– Séptima lección: la libertad tiene un valor superior como atmósfera para el desarrollo de la convivencia

La libertad consiste en poder tomar decisiones individuales en todos los ámbitos de la vida: el destino personal, la economía, las tareas cívicas, la familia. No hay contradicción alguna entre la libertad y el desarrollo. Cuanto más libre sea una sociedad, más prosperidad será capaz de alcanzar. Para ello, claro, es menester que la inmensa mayoría de las personas, encabezadas por la clase dirigente, se someta voluntaria y responsablemente al imperio de la ley.

 

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