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IBEROAMÉRICA

Una agenda de Libertad

Una de las características de la política española de nuestros días es la carencia de una clara cultura política liberal-conservadora. Posiblemente la respuesta esté en la Transición. El actual Partido Popular es el resultado último de un proceso complejo de convergencia, un crisol de formaciones variopintas. La operación requería de mucha mano izquierda. Era conveniente evitar planteamientos que causaran división para lograr el objetivo final, una sola fuerza política que cubriera todo el espectro de centro-derecha.

Una de las características de la política española de nuestros días es la carencia de una clara cultura política liberal-conservadora. Posiblemente la respuesta esté en la Transición. El actual Partido Popular es el resultado último de un proceso complejo de convergencia, un crisol de formaciones variopintas. La operación requería de mucha mano izquierda. Era conveniente evitar planteamientos que causaran división para lograr el objetivo final, una sola fuerza política que cubriera todo el espectro de centro-derecha.
En la actualidad, la España liberal-conservadora tiene una cohesión ideológica tan notable como poco definida. Los ocho años de Gobierno de José María Aznar son, sin lugar a dudas, el referente, tanto como el rechazo a las políticas antiterrorista, magrebí, cubana, europea… de Zapatero. Pero es necesario ir más allá. Necesitamos contar con textos claros y directos que permitan a cualquier ciudadano interesado conocer con rigor la visión liberal-conservadora sobre cualquier aspecto relevante de la vida nacional.
 
No siempre es necesario innovar. A menudo la demanda es más modesta: se trata de satisfacer la necesidad de conocer una determinada posición de forma ordenada y pedagógica. FAES, la fundación del Partido Popular, tiene este cometido, y los resultados están a la vista.
 
Entre las publicaciones de FAES se encuentran sus informes. En estas fechas se ha publicado el tercero de ellos. El primero, centrado en la reforma de la OTAN, fue asumido por la delegación norteamericana y se convirtió en uno de los textos de partida para la discusión entre los Estados miembro de la organización. El segundo, sobre la conveniencia de establecer un área económica euro-norteamericana, fue recogido por la canciller Merkel y se ha convertido en uno de los temas clave del diálogo entre la Unión Europea y Estados Unidos. El tercero, dirigido por Miguel Ángel Cortés, se centra en una cuestión capital para todos nosotros. Se titula América Latina. Una agenda de Libertad, y esperamos que tenga tanto impacto como los dos anteriores.
 
Hugo Chávez y Zapatero.España no se entiende sin su dimensión americana. Nuestra cultura trasciende nuestras fronteras y se desarrolla con vitalidad en la otra orilla del Atlántico. La comunidad hispana en Estados Unidos crece, y gana en influencia y capacidad económica. Somos el segundo inversor en la región y, por lo tanto, el valor de nuestras empresas y de nuestros ahorros depende de lo que allí sucede. La política latinoamericana se sigue con detalle, y es causa de fuertes tensiones parlamentarias. Venezuela, Bolivia o Cuba, por citar tres ejemplos señeros, provocan ácidas controversias entre nuestros dirigentes políticos y en la calle.
 
El informe comienza con una reflexión sobre el carácter occidental de América Latina. No es casual. Bien al contrario, responde al hilo conductor que guía todo el trabajo. Aunque los latinoamericanos a menudo se cierren en exceso sobre sí mismos; aunque los norteamericanos hayan optado por darles la espalda –ante un discurso político que les parece absurdo y unas reacciones a sus acciones o inacciones que juzgan exageradas–, aunque corrientes antiliberales apuesten ahora por el indigenismo, América Latina sólo se entiende desde su condición de parte integral de Occidente, y su futura prosperidad depende de que la población de aquellas tierras asuma esta condición.
 
La segunda parte es una reflexión muy sintética sobre los problemas políticos, económicos y sociales que llevan décadas asolando la región, desde la falta de arraigo de las instituciones democráticas y la omnipresencia de la corrupción hasta el rechazo a los mercados abiertos. Son fenómenos históricos explicables, que tienen una razón de ser y que pueden ser superados, si hay un acuerdo suficiente para aplicar políticas sensatas. La libertad está en peligro en todas partes, pero allí donde las instituciones democráticas son más frágiles los riesgos son mayores.
 
La tercera y última parte no es sino la "agenda" de cambio, la guía política que se propone. No hay grandes novedades, pues no se trata de diseñar una política alternativa, sino de vertebrar la ya existente, heredera de una fructífera gestión de ocho años de gobierno.
 
Lo interesante del informe es la descripción que se hace de la situación en América Latina, la coherencia ideológica a la hora de describir problemas y plantear soluciones y la voluntad de compromiso con la defensa de la democracia liberal, en el marco de una sociedad internacional más globalizada.
 
España no puede hacer de introductor de dictadores en Europa. España no puede dar alas a quien atenta contra las libertades, pone en peligro nuestros intereses o arruina a los suyos. Son muchos los que por aquellos lares, y con falta de criterio, creen que se puede llegar al bienestar económico saltándose la democracia liberal. Cualquiera que se moleste en repasar una anuario internacional podrá comprobar cómo la riqueza va de la mano de la democracia, y ésta de la educación. Ninguno de estos tres elementos está presente en América Latina, y es nuestro deber tratar de colaborar en cambiar tal estado de cosas.
 
Los liberal-conservadores españoles disponemos de un texto interesante para establecer los criterios generales de nuestra política en la región –bien de forma bilateral, bien en foros multinacionales–, así como para formular propuestas concretas destinadas a coadyuvar a ese necesario arraigo de la democracia. He aquí, pues, un paso más para dar forma a una renovada agenda política basada en la defensa de los valores occidentales y democráticos y en el sentido común, hoy perdido en las procelosas aguas del radicalismo, la progresía y la irresponsabilidad.
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