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IN MEMORIAM

Fallaci, la profeta

LIBERTAD DIGITAL rinde tributo a Oriana Fallaci en la hora de su muerte reproduciendo la reseña que Horacio Vázquez-Rial publicó de su última obra en el suplemento Libros del 3 de noviembre de 2005.

LIBERTAD DIGITAL rinde tributo a Oriana Fallaci en la hora de su muerte reproduciendo la reseña que Horacio Vázquez-Rial publicó de su última obra en el suplemento Libros del 3 de noviembre de 2005.
Los profetas eran unos tipos desmelenados que se paraban ante la puerta del palacio o de la sinagoga y decían lo que unos cuantos pensaban pero no se atrevían a decir y, sobre todo, lo que la mayoría no era capaz de percibir en la realidad de su tiempo y en la de los tiempos por venir. Era un papel incómodo y quienes lo asumían sabían que estaban condenados a la marginalidad, si no a la prisión o a la muerte, según se los tomara por locos o por delincuentes.
 
Oriana Fallaci es una profeta. Grita su convicción y anuncia un final trágico para Occidente ante las puertas de la Comisión Europea, del Parlamento Europeo y ante las puertas de las casas de todos los que tengan ojos para ver y oídos para oír.
 
Escribir sobre ella es ya preparar una necrológica: el 11 de Septiembre, enfrentada a la barbaridad de las Torres Gemelas, abandonó el tratamiento al que estaba sometida y dejó avanzar el cáncer. Ahora está al borde de la muerte. Y después de La rabia y el orgullo (2001), donde se volcaba emocional e intelectualmente en relación con la mediáticamente recién nacida Al Qaeda y sus cómplices occidentales, y de La fuerza de la razón (2004), donde sumaba los atentados de Madrid a su apasionado alegato contra la violencia islámica, ha decidido entrevistarse a sí misma y, a la vez, anunciar el Apocalipsis, uno, el nuevo, el que estamos viviendo sin haber visto pasar caballos, o sin darnos cuenta de que están pasando.
 
La Fallaci no habla de Europa, sino de Eurabia, un magma burocrático hecho de silencios, compincherías transnacionales y transversales, abolición de tradiciones, ignorancia y desprecio por el propio pasado, en el que cabe todo, incluidas Turquía y Marruecos, pero no Israel ni la cultura judeocristiana, y mucho menos la Iglesia católica. Marcello Pera, presidente del Senado italiano, dijo que sobre la Unión Europea aletea el espíritu de Munich, el chamberlainismo, en relación con los países musulmanes.
 
Nuestra autora, glosándolo, afirma que, para ello, "Eurabia ha construido la patraña del pacifismo multiculturalista, ha sustituido el término 'mejor' por el término 'diverso-diferente' y se ha puesto a chismorrear que no existen civilizaciones mejores. No existen principios y valores mejores, sólo hay diversidad y diferencias de comportamiento. Esto ha criminalizado y sigue criminalizando a los que expresan opiniones, que señalan méritos y deméritos, que distinguen el Bien del Mal y que llaman al mal por su nombre [...] desde hace treinta años, es decir, desde que la CEE nos vendió al islam y por darnos petróleo los países musulmanes nos impusieron a sus inmigrantes, la historia ya no se conoce. O se conoce falseada, mutilada, revisada por los canallas [...]".
 
Detalle de la portada del último libro de Oriana Fallaci.Y dice a continuación que el espíritu de Munich "significa la renuncia a hacer frente y detener a un Hitler que nos destruirá. Significa la vil decisión de responder a aquel Hitler con la complicidad o la sumisión. Significa el miedo a oponerse, a defenderse, a luchar".
 
En su autoentrevista (¿quién, sino ella misma, podría entrevistar a la Fallaci?, ¿quién sabría qué preguntarle?), la gran maestra del periodismo italiano, europeo, mundial, desarrolla todas la variaciones posibles sobre el tema, pronuncia todos los nombres de los responsables, hace recuento de las víctimas, completa el discurso sobre/contra el islam que venía componiendo en sus dos obras anteriores. El final de esta civilización está ahí, pero no hay quien lo reconozca. No voy a dar aquí los argumentos que se despliegan generosamente en el libro, que invito a leer, a ser posible en compañía de los que lo precedieron.
 
Pero hay algo que quiero señalar: los tres títulos han sido, y siguen siendo, best sellers. Igual que los libros de Pío Moa sobre la Guerra Civil y sus antecedentes. Como se trata de obras que han hecho su propio camino, sin despliegues publicitarios (las presentaciones públicas de Pío Moa han estado rodeadas de hostilidad mafiosa, y es probable que sucediera lo mismo si la Fallaci viniera a hablar en Madrid: sólo la Fundación Atman vive en paz), cabe pensar que tienen muchos miles de lectores porque se trata de discursos esperados, que hay miles de personas que no se encuentran representadas en la prensa ni en la política y que buscan la coincidencia, la exposición clara de lo que ellos mismos venían sospechando, en la intimidad del trato con los libros.
 
La democracia del mercado demuestra que, a pesar de los encomiables esfuerzos de las izquierdas en el ejercicio de la censura indirecta, la de la imposición de productos culturales por el método goebbelsiano de la reiteración, no todos estamos idiotizados. Ignacio Ramonet, por poner sólo un ejemplo, es más prestigioso que Pío Moa, pero el editor del Abecedario de la globalización, que perpetró hace poco en compañía de otros, hubiera deseado para sí un éxito como el de Los mitos de la Guerra Civil.
 
A finales de los 70 se daba por sentado que "el lector" era de izquierdas, y nadie en su sano juicio comercial publicaba autores que no lo fueran. Ese mercado está en plena transformación. "El lector" suele ser un personaje críticamente enfrentado al sistema, y con la intuición suficiente para saber quién lo encarna en términos textuales. La Fallaci tiene éxito, como lo tiene Revel cuando encuentra editor.
 
Ese lector nuevo, que nada contra corriente, entiende más de lo que parece. No obstante, hay que preguntarse por qué no habla de ello públicamente más a menudo, por qué se siente obligado a callar o poner cara de póquer cuando se menciona la cuestión islámica. Los libros se escriben para ser hablados, y la lectura consciente no puede quedarse entre cuatro paredes: hay que comunicar los hallazgos, y rápido, porque el futuro se nos echa encima.
 
 
ORIANA FALLACI: ORIANA FALLACI SE ENTREVISTA A SÍ MISMA. EL APOCALIPSIS. LA ESFERA DE LOS LIBROS, 2005; 303 páginas.
 
www.vazquezrial.com
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