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Francisco Pérez Abellán

La Peregrina

¿Por qué entonces se ha tardado tanto en detener al presunto homicida?

El Camino de Santiago parecía un lugar seguro pero para Denise Pikka Thiem se convirtió en un agujero negro que se la tragó. En un tramo de catorce kilómetros, entre Astorga y El Ganso, donde según la asociación de guardias no pueden entrar los perros de la unidad canina de la Guardia Civil porque es competencia de la Policía Nacional, operaba desde tiempo inmemorial un merodeador que avizoraba las peregrinas cuando transitaban solas y como en una película de terror alteraba el recorrido con señales falsas para que acabaran en una trampa donde surgía de improviso para aprovecharse de ellas. ¿Hay alguna otra peregrina enterrada en este tramo sin que nadie lo sepa? El tema huele a falta de prevención contra el crimen.

Me consta que los investigadores desde el principio no descartan la posibilidad de encontrar otros cadáveres. Incluso se indaga en la posibilidad de más desaparecidas sin familia ni amigos que hubieran podido echarlas en falta, aunque se ignora si esas pesquisas darán resultado.

El presunto autor de los hechos, aunque se ha filtrado mucha información falsa y contradictoria, podría haber depurado un modus operandi que consiste en seleccionar extranjeras solas, de aspecto saludable y apariencia adinerada. Su forma de actuar recuerda la de otros célebres merodeadores.

Denise, de cuarenta y un años, se aventuró sin compañía por el Camino de Santiago, famoso en el mundo entero desde películas como The Way que ella misma había visto y en la que se había inspirado para el viaje iniciático que le costaría la vida. Desapareció en abril y fue encontraba muerta en septiembre después de que el senador republicano por Arizona, McCain, que participó en la carrera por la presidencia de los Estados Unidos, escribiera al presidente Rajoy rogándole que pidiera la ayuda del FBI ya que las indagaciones por la desaparición de Denise parecían en un callejón sin salida.

No era así, pero los fallos en la investigación son de bulto. Hasta el punto de que, tras rechazar la sugerencia de McCain, se desató un operativo de forma precipitada, o si prefieren de golpe y porrazo, con 300 miembros de la policía, el Ejército y la brigada del subsuelo, dispuestos según se ha publicado a revisar más de ochenta pozos, lo que demuestra que no se sabía dónde podía estar el cuerpo de Denise, aunque quedaba claro que, contrariamente a lo que siempre declararon fuentes oficiales, se la buscaba cadáver. A las pocas horas de todos estos fuegos artificiales y de la operación política destinada a alborotar el ruido mediático, la Policía localizó al sospechoso número uno que había escapado a la vigilancia preventiva a la que se le sometía yéndose a Asturias donde fue localizado al sacar dinero con su tarjeta de crédito. La operación de los 300 fue suspendida.

El cadáver no estaba en ningún pozo, sino debajo de unas ramas, y quizá lo podría haber encontrado tiempo atrás un perro de la Guardia Civil que estaba husmeando por los alrededores si el jefe de la Policía Nacional de la zona no lo hubiera ahuyentado reivindicando su competencia sobre el territorio de Astorga. Yo soy partidario de que la Policía Nacional y la Guardia Civil sean dos cuerpos distintos e incluso de encargar a uno los casos de corrupción o búsqueda de delincuentes con placa del otro, pero nunca debería tolerarse la falta de colaboración y buen entendimiento entre ellos.

El presunto autor del homicidio en el Camino de Santiago había sido señalado desde el principio de la desaparición de la peregrina porque cambió más de mil dólares en un banco. Desaparece una norteamericana y un individuo que vive de forma modesta cambia mil dólares: verde y con asas. En este asunto se acumulan relatos de víctimas que afirman haber sido objeto de asaltos y abusos en el Camino delatando su peligrosidad. Incluso se ha publicado, y no desmentido, que una alemana llevó a la policía al lugar donde la asaltaron, en la zona. ¿Por qué entonces se ha tardado tanto en detener al presunto homicida?

La Policía de forma oficiosa confirma que sufre el síndrome Marta del Castillo y que no quiso actuar hasta haber encontrado el cadáver. Pero esto también se desmiente con el desenlace: buscaban el cuerpo a bombo y plantillo mientras el sospechoso se había dado a la fuga. Lo increíble es la pregunta más importante: ¿por qué los políticos que dirigen los cuerpos de seguridad son incapaces de ponerse de acuerdo?

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