Supimos, y de muy primera mano
(que no de forma equívoca ni vaga),
los kilos que pesaba Bolinaga,
pues informó en la tele don Mariano.
Lo dijo por espíritu cristiano:
–Cuarenta y siete kilos. Ya se apaga.
¿Qué quieren –se dolía– que yo haga?
¡Antes que presidente soy humano!
Cuarenta y siete kilos. Una pena.
El dato, atroz, nos arruinó la cena.
¡Qué precisión tan inmisericorde!
Salió, por tanto, escuálido del trullo.
Y ya Rajoy, ahora, siente orgullo
del éxito indudable de su engorde.