La reciente visita propagandística de nuestro presidente del Gobierno a Nueva York ha tenido escasa relevancia política. Sin embargo, nos ha proporcionado algunos episodios desternillantes que fueron rematados con esta antológica frase: "Entre nosotros, los primeros ministros, tenemos sentido del humor".
Pensamos que eras cándido e iluso
y que le dabas mucho a la sin hueso.
Alguno te creyó con poco seso,
caótico de pesquis o confuso.
Hay quien te vio un hipócrita e, incluso,
un fementido, un judas y un avieso.
Pero otros te tenían por un sieso
o un cursilón enfático y profuso.
Los hay que te tildaban de pomposo,
o los que te creían pernicioso,
marcado por el gafe y el fracaso.
Estaba el personal muy indeciso.
Pero, hoy por hoy, el juicio más preciso
es estimar tus dotes de payaso.