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Gabriel Moris

Quinto aniversario de una Pericial amañada

Intuyo que, desde la institución que tiene la exclusiva de garantizar la seguridad ciudadana, hay algún tipo no sólo de negligencia, sino de culpabilidad en el atentado y sus derivaciones.

He de confesar que si el 11-M fuera un asunto "juzgado y condenado", como algunos tratan de vendernos, mi actitud ante él, a pesar del dolor, sería distinta a la que mantengo.

Desde la oscuridad de los hechos, siento una llamada que me empuja permanentemente a exigir lo que, en mi opinión, no se nos ha explicado hasta hoy (ni a las víctimas ni al pueblo), toda la VERDAD del atentado y la JUSTICIA pendiente para con todos los autores (instigadores, ejecutores, encubridores y beneficiarios).

"La intuición es un susurro de Dios", según Erika Vertely. Pues bien, yo tengo la sensación que desde el Estado y sus Instituciones hay un interés inconfesable en ocultar la verdad y en no aplicar la justicia a los terroristas. No soy capaz de discernir si el origen de esos intereses inconfesables proviene de la acción, de la omisión o de ambos. Intuyo que, desde la institución que tiene la exclusiva de garantizar la seguridad ciudadana, hay algún tipo no sólo de negligencia, sino de culpabilidad en el atentado y sus derivaciones.

Hechas las reflexiones anteriores me atrevo a compartir públicamente algunas vivencias de mi obligada participación en la Pericial de Explosivos que, por orden del Tribunal que juzgó a los veintinueve imputados en los hechos, se practicó durante los meses de febrero a mayo de 2007 en la sede de la Policía Científica en Canillas. Dicha pericial, realizada sin muestras válidas, procedentes de los focos de explosión, no pudo conducir a resultados tan concluyentes como las traducciones de las escuchas a Rabei Osman El Egipcio. Ni el Tribunal, ni la Fiscalía, ni las defensas o acusaciones han urgido a los Tedax la provisión de muestras para realizar una pericia tan exitosa como la de la T-4. Los peritos independientes sí solicitamos, sin éxito, muestras representativas y fiables de los focos de explosión.

Como tantas cosas relacionadas con el 11-M, mi intervención como perito fue casual ya que los especialistas consultados rechazaron su participación por considerar este asunto "muy politizado". Mi participación fue aceptada por mi titulación. Para mí suponía un reto personal por mi condición de víctima del atentado. A pesar del martirio que suponía el recordar permanentemente la pérdida de mi hijo, acepté la participación pensando en él y como servicio a la verdad y la justicia en España. Las cosas no fueron tan fáciles como yo pensaba pero, al menos, me sirvió para descubrir una vez más lo mejor y lo peor del ser humano.

Resultaba chocante que, tres años después del atentado, el Tribunal se viera obligado a solicitar una pericia de explosivos, a realizar en la sede de la Policía Científica. La pericial, hecha en su día en el laboratorio de los Tedax, no identificó ningún componente de la carga explosiva utilizada en los trenes. Los análisis entregados al juez Del Olmo sólo daban como resultados analíticos "componentes genéricos de las dinamitas". Por el contrario, las muestras tomadas lejos de los focos de explosión, se habían identificado como Goma 2 ECO por la Policía Científica.

La pericia, llevada a cabo por ocho titulados en Química y Farmacia, tenía como finalidad identificar la carga explosiva que estalló en los trenes. Curiosamente, sólo se aportaron veintitrés (23) muestras tomadas en los focos, lavadas con agua y acetona, sin resultados analíticos, sin los restos de lavado sobrantes y sin cadena de custodia de las mismas. Dos muestras de media por foco de explosión. Las muestras procedentes de los lugares alejados de los trenes, también sin cadena de custodia, triplicaban a las de los focos. ¿Todo esto se ajusta a los protocolos policiales? ¿Qué interesaba más, el explosivo que mató o el "olvidado"?

El día 6 de febrero, se detecta, entre otros componentes de dinamitas, dinitrotolueno (DNT) en todas las muestras de los focos. En la noche del día 7 se produjo un corte de electricidad en la sala en que los cromatógrafos ejecutaban los programas analíticos. Este explosivo, ausente en la Goma 2 ECO, alteró y modificó los planes acordados. Más adelante, una muestra de polvo de extintor, tomada milagrosamente, produjo un cromatograma idéntico al de una muestra de Titadyn procedente de una furgoneta de ETA, interceptada en Cañaveras (Cuenca) por la Guardia Civil. Estos resultados analíticos confirmaban que la carga explosiva utilizada en los trenes, no era idéntica al explosivo intacto "olvidado" por los autores en lugares alejados de los trenes.

Los hechos relatados, avalados por los análisis, no sirvieron para cambiar la afirmación de la Fiscalía sobre la naturaleza de la carga explosiva. Tampoco creo que modificaran una sentencia que relacionó el origen de "al menos parte de los explosivos" con Mina Conchita. El Tribunal basó dicha afirmación en la presencia de ftalato de dibutilo (DBP) olvidando que dicho compuesto no es un explosivo sino un plastificante universal, por tanto es ubicuo, según declaró el director de la Pericia ante la juez Coro Cillán. Para más abundamiento, este plastificante creo que se utiliza en algún tipo de Titadyn.

Espero que estas pinceladas de mis recuerdos sobre la Pericial, en su quinto aniversario, puedan servir para retener que ni el número ni la calidad de las muestras tomadas pudieron impedir que afloraran los explosivos que con tanto celo habían tratado de ocultar los Tedax y la policía en el curso de la pericia. Con las muestras recogidas en los focos por los Tedax de Madrid y extraviadas en Canillas, con seguridad que se hubieran podido confirmar los resultados de la pericia. Hoy no le daría el calificativo de amañada. La citada pericia de la T-4 es una prueba del poder de la voluntad.

Una auditoría independiente al tratamiento de los explosivos del 11-M dejaría las cosas claras.

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