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Siria: Plan B

sólo una cuarta parte de los 100 senadores y 25 de los 435 miembros de la Cámara de Representantes apoyan a Obama.

"Cincuenta y tres países u organizaciones reconocen el uso de armas químicas y lo han condenado públicamente, 51 países han declarado que el régimen de Asad es responsable y 34 apoyarían algún tipo de acción contra Siria (…) la coalición va creciendo". Esto dijo el pasado día 4 John Kerry ante el Comité de Exteriores del Senado. Sin embargo, la sensación era justo la contraria: que Obama y su "castigo a Asad" iban perdiendo respaldo fuera y dentro de Estados Unidos.

Y es precisamente en territorio norteamericano donde Obama se ha centrado estos últimos días para arrancar apoyos a una propuesta cada vez menos convincente, haciendo uso de sus dotes oratorias. Porque sólo una cuarta parte de los 100 senadores y 25 de los 435 miembros de la Cámara de Representantes apoyan su plan, mientras que 17 senadores y 111 representantes están abiertamente en contra. Hay demócratas que no cuestionan la intencionalidad del Gobierno sirio en el uso de armas químicas, pero expresan dudas sobre la efectividad de un ataque limitado y temen la consecuencias; demócratas que apoyan el ataque a Siria pero que tras la confusión creada estos días por la Casa Blanca se han vuelto más escépticos, como es el caso del influyente presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, Mike Rogers, y demócratas echan en cara a Obama no haber empezado meses antes a construir un apoyo en el Congreso y también en la opinión pública.

Entre los republicanos, están los han pedido claridad en el plan de ataque y desean que se enmarque dentro de una sólida estrategia, los que piden que se acelere el envío de armamento letal a la oposición moderada, los que no ven un interés vital para la seguridad de la nación en uso de armas químicas en Siria y los que creen que ya está bien de que sea siempre EEUU quien saque las castañas del fuego en cualquier parte del mundo, y que vayan otros.

Incluso alguno había sugerido al presidente que retirase la solicitud al Congreso antes de salir derrotado. Entonces no había signos de que Obama estuviera considerando tal posibilidad, aunque no se descartaba la idea de que la Administración retrasara la votación, ya que Kerry, tras hablar en París, no excluía volver al Consejo de Seguridad de la ONU para asegurarse una resolución.

Y llega Rusia y de una sugerencia de Kerry crea una nueva situación que, paradójicamente, puede ofrecer una estrategia de salida a Obama, que perdía apoyo en el Congreso y que nunca quiso ordenar un ataque militar: ahora se trata de someter a control internacional los arsenales químicos. De repente la votación se suspende, y Obama y medio mundo respiran. Pero, ojo: Siria gana tiempo para hacer nuevos cálculos y Rusia toma una gran ventaja estratégica frente a EEUU: se asegura a Asad en el poder y el control de los elementos yihadistas que tanto le preocupan.

¿Y la sangría siria? Esa, continúa.

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