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Guillermo Dupuy

La persistente candidez "antiterrorista"

Nadie debería haber olvidado que cuando los terroristas nos leyeron los repugnantes y chantajistas términos de su alto el fuego, iban vestidos de terroristas, no disfrazados de hare krishnas

Parece que algunos están descubriendo ahora que el alto el fuego de ETA permite tirotear gendarmes. Pues claro. Pero ¿es que no leyeron el comunicado de la banda terrorista y los nada novedosos términos de su tregua?  Pero, ¿es que los criminales encapuchados de ETA no fueron suficientemente claros cuando nos aseguraron que este alto el fuego, además de estar condicionado a conseguir aquello por los que han venido asesinando, se limitaba a lo que ellos llaman "acciones ofensivas"? ¿Pero es que alguien en su sano juicio, tras leer los repugnantes y chantajistas términos de ese alto el fuego, podía albergar esperanza que esto, por parte de unos terroristas, podría incluir la posibilidad de que tampoco se liaran a tiros en el caso de que alguien fuera a detenerlos?

Por rasgos esperpénticos que, ciertamente, tuviera el atuendo con el que los terroristas explicaron el alcance y el porqué de su impresentable alto el fuego, nadie debería olvidar tampoco que iban vestidos de terroristas, no disfrazados de hare krishnas. Y, desde luego, los terroristas saben perfectamente que si los gendarmes franceses se acercan a ellos no es precisamente para chivarles nada con lo que puedan eludir una detención, sino para detenerlos. Digo esto, naturalmente, con el máximo reconocimiento y agradecimiento también para la inmensa mayoría de nuestros eficaces policías, víctimas también de la ignominia del Gobierno en el caso del chivatazo policial en el bar Faisán.

Si me sorprende esa persistente candidez en diarios que también parecen descubrir ahora que ETA no se ha disuelto y que "sigue activa", no menos me sorprende la de quienes, como no pocos del PP, parecen descubrir ahora que la reforma de la Ley Electoral llevada hace poco más de un año es insuficiente para impedir la infamia que constituye la permanencia de los proetarras en las instituciones. Desde el primer momento fue evidente, sin embargo, que esa reforma era una farsa completa, destinada toda ella tanto a salvaguardar el lamentable monopolio que la Ley de Partidos concede a la servil Fiscalía General del Estado a la hora de instar –o no– la ilegalización de formaciones que pudieran ser continuación de Herri Batasuna, como la de hacernos creer que los proetarras de ANV se colaron en las instituciones a pesar del Gobierno. El hecho cierto es que el PP apoyó esa reforma cuando ya entonces se sabía que si ANV se había colado en las instituciones era porque el Gobierno y su servil Fiscalía del Estado se habían negado a instar la ilegalización, siguiendo los compromisos que en este sentido el Ejecutivo había adquirido con la propia dirección de ETA durante la pasada tregua terrorista.

A pesar de todo lo anterior, la candidez de algunos y el cinismo de otros insiste en presentarnos al Gobierno como víctima de los engaños de ETA, cuando lo cierto es que el Ejecutivo ha sido y sigue siendo el principal suministrador de la mentira.

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