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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Arrestos publicitarios

A finales de 1976, cuando detuvieron a Santiago Carrillo y a su peluca, me llamaron desde París, estando yo en la redacción de Diario 16, para decirme que había manifestaciones callejeras de protesta y que los medios anunciaban la vuelta de la dictadura. ¿Qué opinaba yo?

A finales de 1976, cuando detuvieron a Santiago Carrillo y a su peluca, me llamaron desde París, estando yo en la redacción de Diario 16, para decirme que había manifestaciones callejeras de protesta y que los medios anunciaban la vuelta de la dictadura. ¿Qué opinaba yo?
Arnaldo Otegi.
Me reí y expliqué que todo estaba amañado, que Carrillo pasaría unos días en el hospital de la cárcel, bebiendo champán para festejar el Año Nuevo, para "cumplir con la ley", y que enseguida saldría, sin peluca pero con certificado oficial de demócrata de toda la vida. Pero aún sin la medalla militar de Paracuellos, ni la Cruz de Isabel la Católica, por lo de Nin, Monzón, Comorera y demás; para eso tuvo que esperar al premio Concordia. Y así fue.
 
Algo parecido ha ocurrido ahora con Arnaldo Otegi. Se le detiene bajo acusaciones graves de complicidad y participación en una banda terrorista y así el Gobierno puede enfatizar sobre su respeto de "la independencia de la justicia"; y se le suelta con todos los honores un par de días después, bajo fianza de 400.000 euros, de la que le pagan la mitad, y el resto con un aval de un banco saudí. ¿No es saudí? Da lo mismo, será vasco.
 
Toda la operación se ha resumido en una estrepitosa y repugnante manifestación de exaltación de Otegi, de Batasuna y de ETA, es lo mismo, en la que han participado los de siempre, el PNV, Odón Elorza y el PSOE, no faltaba más, y que ha "convencido" a Fernando Savater. De forma que Otegi y su banda han salido de la operación reforzados y con mayor peso político y negociador. Una canallada más.
 
Tampoco es de extrañar si los etarrabatasunos se dieron prisa, aprovechando la breve detención de su líder, para fingir indignación y protestar contra ese golpe fatal contra la paz. ¿Qué paz? No es de extrañar, asimismo, que consideren que poner bombas constituye un paso decisivo hacia la susodicha paz, y una vez más constatamos con rabia que ese chantaje es aceptado por casi todos como argumento de peso, como si ETA, apoyada por el PNV, ERC y demás ralea, pensara un segundo en depositar las armas a cambio de paz. No quieren la paz: quieren la guerra, la conquista de Navarra y de las provincias vascofrancesas y la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Para empezar.
 
He notado de nuevo en esta ocasión la influencia, implícita o explícita, de El País en los medios franceses. Para escurrir el bulto y defender a Zapatero contra viento y marea, muchos repitieron lo dicho en ese "diario independiente de la mañana", o sea que el coche bomba de Madrid dejó 47 "afectados" y cinco heridos leves. Que Savater nos explique la diferencia entre "afectados" y "leves". Abandonando a los afectados, la mayoría de los diarios y las cadenas de radiotelevisión francesas hablaron de cuatro o cinco heridos "leves"; o sea, nada: la "paz" zapaterista puede proseguir su marcha triunfal.
 
Hugo Chávez y José Luis Rodríguez Zapatero.Pero, en la tele, las imágenes de los destrozos, de los heridos en las camillas, de las ambulancias, desmentían ese optimismo subvencionado, y fue por milagro si no hubo muertos entre esos heridos. Curiosamente, pero las cosas son como son, el primo hermano de El País: Le Monde, fue casi el único en decir la verdad desde que se conoció la noticia: una cincuentena de heridos.
 
El Gobierno actual no es sólo cobarde y desastroso en relación con el terrorismo vasco: lo es también con las autonomías, con sus exigencias absurdas, con su financiación; con la enseñanza dictada por Amnesty International y el Corán; con la inmigración; con la economía, donde les queda un pequeño margen, debido a los beneficios anteriores, que se está agotando. Y es un aquelarre en política exterior. Como catetos, mantienen su "antiyanquismo" carca a la vez que se desmayan de emoción al menor "hello" procedente de la Casa Blanca... pero apoyan firmemente a los tiranos Castro y Chávez y a todo lo que huela a rancio nacionalcomunismo en aquel continente.
 
En cuanto a Europa, su política supera cualquier adjetivo: es una broma pesada. Elegido gracias al pánico provocado por los tremendos atentados islamistas de Atocha, Rodríguez se creyó consecuente dando un giro absoluto a nuestra política internacional con la retirada, más veloz que una huida, de nuestras magras tropas en Irak y el lanzamiento a bombo y platillo de su "Alianza de Civilizaciones", intento patético por negociar ya no sólo con Otegi, sino con Ben Laden, los ayatolás iraníes, los príncipes saudíes, los millonarios en petrodólares, que subvencionan al terrorismo, y demás ralea (y, menos, con los islamistas moderados, por la sencilla razón de que asustan menos y no ven la necesidad de "aliarse" con ellos; cuando, además, el objetivo es la lucha común contra el Gran Satanás yanqui, y esos "moderados" son menos, o nada, antiyanquis).
 
Subiéndose triunfalmente al furgón de cola del chiraquismo europeo, o si se prefiere del eje del mal francoalemán, pensaron que era elegante y moderno aprobar el proyecto de Constitución europea sin haberlo leído o, peor, entendido, y ahora se encuentran con que han metido la pata y la nariz en la mierda. El PP es corresponsable, al no haber sabido hacer una campaña diferente, más liberal y, a fin de cuentas, más europea. Es cierto que en el "no" francés se ha expresado una reivindicación de socialismo burocrático de corte soviético, ahistórica y reaccionaria, pero eso no impide que el aquelarre constitucional haya recibido un golpe mortal.
 
De lo que he podido oír y leer sobre el "no" holandés se desprenden dos motivos serios y evidentes. Dicen: Holanda es un pequeño país y la Constitución lo destruiría como nación; Holanda es un país liberal, y queremos que así siga, pero con la Constitución dejaría de serlo. Por fin un "no" liberal, aunque yo matizaría bastante lo de "liberal" para el Gobierno actual, pero los gobiernos se tumban y la tradición liberal permanece.
 
Hoy en día dos cosas parecen verosímiles, y se merecen nuestra atención y un optimismo moderado: el eje francoalemán está por los suelos; Schröder y Chirac, algo así como "Wanted", pero por los electores; y la Constitución, rumbo a la papelera. La posibilidad de una Europa liberal "anglosajona", como dicen sus adversarios, sigue vigente. Mientras tanto, Zapatero, Montesinos, Calvo y Savater, en el furgón de cola, están jugando al tute con Carod, sin darse cuenta de que la locomotora se ha esfumado.
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